La Cruz, para vivir alegres.
En los evangelios se habla varias
veces de la cruz de cada día, la nuestra, y también
de la Cruz de Cristo, entre otras cosas Jesús dijo:
Venid
a mí los que estéis cansados y agobiados, porque yo os aliviaré.
Cargar con mi yugo y aprended de mí que soy paciente y humilde de
corazón, y vuestras almas encontrarán alivio. Pues mi yugo
es suave y mi carga ligera. No es digno de mí el que no toma su
cruz para seguirme.
Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados
los pacíficos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Bienaventurados los compasivos, porque ellos obtendrán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán
a Dios. Bienaventurados los que hacen obras de paz, porque serán
llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa del bien,
de ellos es el Reino del Cielo. Dichosos seréis cuando por causa
mía os maldigan, os persigan, y os levanten toda clase de calumnias,
alegraos y estar contentos, porque vuestra recompensa es grande en los
cielos.
Cuando
uno analiza estas expresiones puede preguntarse ¿como la cruz diaria
puede conducirme a la felicidad? la explicación es fácil,
el Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, con el que he tenido
el honor de coincidir varias veces, comenta:
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La gran paradoja. Cruz, espinas, abnegación,
riesgo, ayuno... Y todo para vivir alegres. No se comprende. ¿Ironía
o sarcasmo?
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Sufrimiento no es igual que tristeza.
La tristeza viene del temor, del miedo, que no del dolor. La madre que
va a dar a luz a su hijo, dice el Evangelio (Jn 16,21) tiene que sufrir,
pero espera con alegría La esperanza salva del temor y produce gozo.
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Amar que es gozo, sin sufrimiento, es
querer lo imposible. Cristo promete la felicidad ¿a quienes? Felices,
dichosos, bienaventurados los pobres, los perseguidos, los que lloran,
los que tienen hambre...¿Y es que las lágrimas, la pobreza,
la persecución o el hambre no suponen dolor, sacrificio?
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La felicidad perfecta está reservada
para el cielo. Cuando acabe todo temor, pero aquí y ahora hay una
participación de ese reino de Dios prometido y ya comenzado. Un
reino para los pobres y para los que sufren. Un reino para los que esperan...,
y esperan con dolor, porque la cruz es el camino más corto para
el encuentro con Dios. Una felicidad que no es a largo plazo, sino que
comienza en este mundo.
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En la aceptación de la cruz
comienza el camino del gozo, de la resurrección, ¿Por qué
entonces no somos felices? Cruces no nos faltan, Sufrimientos tampoco.
Como diría un poeta, un famoso poeta; sí, llevamos la
cruz, pero una cruz vacía. En esa cruz falta Cristo. Llevamos un
leño, pero falta Cristo, falta el amor. Así aunque
la cruz sea pequeña, el peso es insoportable. En cambio, cuando
en la cruz está Cristo, la carga es suave y ligera (Mt 11,30).
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Hay muchas cruces vacías. La
del hombre que perdió la alegría y la del que no tiene pan;
la del que quedó sin honor y la del que no quiere a nadie; la del
que está solo y la del que odia a su prójimo vecino; la del
que no tiene trabajo o la del que tiene la pesada carga de no hacer nada;
le del enfermo y la del que no sabe reír; la del que lo perdió
todo y la del que nunca ha tenido manos para poderlo ganar...
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Hay muchas cruces en las que debes crucificarte.
Ocupar con tu vida, con tu amor, el puesto de Cristo. Crucifícate
en las cruces vacías de tus hermanos. les ayudarás a soportarlas
con gozo. Y tú serás feliz. <<Porque es dando como
se recibe, buscando como se encuentra, muriendo como se resucita para Dios>>
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Vasijas de barro, sí, pero capaces
de llevar vida por la fragilidad de la cruz y la fortaleza de la gracia
que Cristo, con su muerte, puso en ella.
Para
mi no hay duda alguna, esto trato de vivir, porque se que además
de ser la palabra de Jesucristo, lo he experimentado en mi propia vida
y he comprobado que es la verdad.