¿Fe ante el dolor?
A) ¿Por qué el
dolor?
El dolor propio y
ajeno es terrible para el que no tiene fe, es sin embargo para el creyente una
fuente de afirmación. Cuando nos encontramos ante el dolor, sea este de la clase
que sea, siempre hay un razonamiento con el que combatir, sino veamos.
En primer lugar voy
a analizar las razones por las que a mi juicio conviene el dolor, y las voy a
clasificar en dos teniendo en cuenta mas bien su procedencia; razones internas
a nuestro organismo, es decir las propias a nuestra naturaleza actual, y las
debidas a la acción de terceras personas en nosotros. Si bien es cierto que en
ocasiones se pueden entremezclar.
Empecemos por la
primera, para ello me fijo en los minerales, estos no sufren en
modo alguno, claro está que tampoco disfrutan. Si damos un salto y pasamos a
los animales observaremos que estos conocen el perjuicio ocasionado en ellos
como consecuencia de la ausencia de la comida y de la bebida, pero conocen
siempre la satisfacción del comer y del beber, conocen los inconvenientes del
frío, pero saben disfrutar del sueño tumbados en un día de sol.
Con lo anterior
quiero indicar que todas las satisfacciones de la vida lleva aparejada su
ausencia de una dificultad, mas o menos dolorosa; La vista y la ceguera; el
oído y la sordera; la satisfacción en el comer y el malestar del hambre, las
molestias del parto y la satisfacción de la maternidad, etc.
Con el hombre pasa
una cosa parecida ¿podríamos tener una naturaleza que no experimentase el dolor
de un pinchazo en la piel? Naturalmente que si, pero entonces nunca hubiéramos
experimentado la satisfacción de una caricia, nunca hubiéramos tenido tacto, no
tendríamos sensibilidad en los dedos, seríamos unos torpes en el manejo de las cosas,
nos habríamos quemado los pies o las manos al cocinar.
Podemos de esta
manera dar un repaso a todo nuestro organismo, y veríamos que todo tiene su
explicación, si estamos fumigando con un insecticida los árboles frutales y no
tuviéramos esa molestia en los ojos al entrarnos el producto, que nos hace
cerrar los ojos y protegernos, quizá con concentración suficiente del
insecticida nos pudiéramos quedar ciegos. La molestia de la fiebre nos indica
una infección y podemos entonces curarnos, etc.
Yo por esto que he
indicado veo que hay dos razones importantes para que exista el dolor, una la
contrapartida de la satisfacción y otra la contrapartida de la prevención y del
aviso de un mal mayor que me permitirá protegerme.
Pero además en el
hombre se añade el elemento distintivo del resto de los animales, el elemento psíquico.
No podría conocer muchas satisfacciones si pretendiese no sufrir nunca. Si me
fijo en el gallo , no tiene nunca ninguna clase de sufrimiento debido al
alejamiento de los poyuelos que ha engendrado, claro está que nunca conoce el
gallo la satisfacción de la paternidad. Podría yo también ser así, podría no
haber conocido la maravilla del amor, así nunca hubiera tenido el sufrimiento
de una separación.
Podríamos seguir
insistiendo con otros ejemplos, pero creo que es ya suficiente para entender lo
que quiero decir.
La segunda razón por la
que existe el dolor es totalmente diferente, Dios podía haber hecho al hombre
como los animales no racionales aunque dotándoles de unos atributos mejores, pero
que excluyese la libertad, entonces seríamos como esclavos, personas sujetas a
Él en todo, sin libertad no podríamos hacer el mal a nadie.
Pero tampoco
podríamos amar, y Dios valora el amor por encima de todo, Dios nos ha creado
por amor, Él nos ama y quiere que nosotros le amemos, y que nos amemos los unos
a los otros, y no hay posibilidad de amar si no hay libertad, por eso Dios nos
ha hecho libres, ha corrido el riesgo de nuestra libertad, precisamente para
que pudiéramos amar. Esa libertad es la que hace posible al hombre actuar mal,
haciendo como consecuencia sufrir a los demás. Esta es a mi juicio la razón
fundamental del sufrimiento humano.
B) Cristo le da un sentido al dolor.
Hemos aprendido que Cristo se
encarna, muere y resucita, pero su muerte es, muerte de cruz por nosotros, para
redimirnos y darnos ejemplo de vida. Ejemplo de vida, ¿no será que al ser el
dolor, propio a nuestra naturaleza actual, Jesús ha querido morir en la cruz,
sufriendo, para que entre otras razones, aprendamos que el dolor es inevitable.
¿Puede que, además, de esta manera, se de un sentido al dolor que antes no
tenía?
Digo que Cristo con
la muerte en cruz, de sentido al dolor, porque frente al dolor y al sufrimiento
humano se puede reaccionar de varias maneras; revelándonos, conformándonos o
corredimiendo con Cristo en la cruz.
Si analizamos la
primera reacción, nos damos cuenta que revelándonos contra el dolor, nada
conseguimos, sino que además se sufre más.
La segunda
posibilidad que tenemos es conformarnos, hemos dado un paso más, hemos
mejorado, no sentimos odio, pero no es la reacción adecuada.
Es la tercera
reacción la que conviene, si vemos el dolor como propio a nuestra naturaleza
actual, si además acompañamos a Cristo en la cruz, si ofrecemos con Él, por
nuestros pecados y por los de todos los hombres, y si además como Cirineo en
alguna medida podemos aliviar el dolor de Cristo, si se puede hablar así, mejor
que mejor.
C) Recomendaciones de Jesús ante
el dolor.
·
No es digno de mí el que no toma su cruz para seguirme.
·
El que procure salvar su vida la perderá y el que
sacrifique su vida por mí, la hallará.
·
Venid a mí los que estéis cansados y agobiados, porque yo
os aliviaré.
·
Cargar con mi yugo y aprended de mí que soy paciente y
humilde de corazón, y vuestras almas encontrarán alivio. Pues mi yugo es suave
y mi carga ligera.
·
No se aflija vuestro corazón. Tened fe viva en Dios.
·
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Permaneced unidos
a mí, que yo permaneceré unido a vosotros....Esto os lo he dicho, para que,
estando en unión conmigo, tengáis paz. En el mundo habéis de encontrar
tribulación; pero tened valor: Yo he vencido al mundo.
·
Si el grano de trigo no cae en tierra y no muere, queda
solo, pero si muere, da mucho fruto.
·
Me siento turbado ahora, ¿Diré acaso: Padre, líbrame de
esta hora? Pero no. Pues precisamente llegué a esta hora para enfrentar esta
angustia.
D)
Reacciones ante el dolor ajeno.
Muchas veces el dolor ajeno, sobre todo el
que desgraciadamente se ve más en los medios de comunicación o el que nuestra
imaginación trae a la mente, hace que se plantee uno el tema de la fe.
¿Por qué existe el
mal en el mundo? Es la clásica pregunta. Su respuesta es firme, por el pecado
del hombre ¿Por qué Dios lo consiente? La contestación es fácil y rápida. Podría
no existir el pecado, efectivamente, pero entonces no seríamos libres, esto ya
lo hemos tratado, pero para que no quede lugar para la duda ya que el tema es
gran importancia, insistiremos.
Dios podía no
habernos hecho libres, pero nos ha hecho libres porque hay un bien que es el
amor que está por encima de todo. Y no puede haber amor sin libertad. Así que
el proceso es sencillo y fácil de comprender; para que haya libertad Dios corre
el riesgo del pecado y este conduce al mal del mundo.
Juan Pablo II dice:
“En el mundo, en el cual el hombre ha sido creado como ser racional y libre, el
pecado no es solo una posibilidad, se ha confirmado también en un hecho real,
desde el comienzo. El pecado es oposición radical a Dios, es aquello que Dios
de modo decisivo no quiere. No obstante lo ha permitido creando seres libres,
creando al hombre. Ha permitido el pecado que es consecuencia del mal uso de la
libertad creada. De este hecho,..., podemos deducir que, a los ojos de Dios,
era más importante que en el mundo creado hubiera libertad, aun con el riesgo
de su mal empleo, que privar de ella al mundo para excluir de raíz la
posibilidad del pecado.
Dios providente,
si, por una parte ha permitido el pecado, por otra, en cambio, con amorosa
solicitud de Padre he previsto
desde siempre el camino de la reparación, de la redención, de la justificación
y de la salvación mediante el Amor.
Realmente la
libertad se ordena al amor: sin libertad no puede haber amos. Y en la lucha
entre el bien y el mal, entre el pecado y la redención, la última palabra la
tendrá el amor.”
Cuando Dios consiente un mal, porque deja al
hombre actuar en libertad, siempre da al que sufre el mal realizado, una fuerza
y unas gracias especiales que le ayudan a superar esa contrariedad y a ser
feliz a pesar de ello.
Cuando vemos, oímos, sentimos el dolor,
injusto aparentemente, ante la pregunta ¿Dónde está Dios ahora? Hay una
respuesta clave; Dios está con él, sufriendo, pero llevándoselo al cielo. Dios
premia con creces sus sufrimiento. Ni ojo vio, ni oído oyó, ni en mente alguna
cabe pensar lo que Dios tiene preparado para los que le aman. Y no hay persona
más amada para Dios que los pobres y los afligidos. Esto no quiere decir que
podamos excusarnos y no hacer nada, al contrario, es obligación nuestra
oponernos con todas nuestra fuerzas para evitar todo sufrimiento innecesario.
Cuando alguien sufriendo dice ¿por que a mí?
Diremos; ¿Por qué murió Cristo en la cruz? Pues por tus pecados y por los míos.
Nunca un acontecimiento catastrófico donde se
ve morir o sufrir a miles de personas, pensemos que su dolor se multiplica,
donde se multiplica es nuestra mente, cada uno sufre individualmente, y no como
miles de dolores juntos. Y Dios está con cada uno de ellos. Sufriendo con
ellos, aliviándoles en su dolor, aunque ellos no lo sepan, y preparándoles el
cielo para siempre.
Cuando vemos sufrir a una persona a nosotros
nos parece insoportables, y es que nosotros no tenemos la asistencia de Dios,
ella si que la tiene y su dolor es más llevadero. Cuando una persona sufre,
Dios le da una fuerza especial para ese momento y aunque ella no lo sepa es
confortada y Cristo con su Cruz lleva la mayor parte del dolor.
De todas formas lo mejor que podemos hacer
ante situaciones como las descritas es rezar por los que sufren y ayudarles en
sus necesidades, en la medida de nuestras posibilidades.
Cuando se ve en
documentales niños, gente muerta en los caminos, ante la indignación de la
gente, cabría afirmar, está ya en el cielo, feliz, lo que si debemos
preguntarnos es; ¿Que hacemos tu y yo para aliviar las pena? Esto es lo
que debe de indignarnos, tu proceder y el mío, de nuevo pregunto ¿Que hacemos
de verdad?
E) Como
comportarnos ante nuestro propio dolor.
No conozco ninguna receta mejor, ante
cualquier dolor físico o moral, que la siguiente:
1º
Ofrecérselo a Cristo en su Cruz.
2º
Pedir por alguien o por algo.
3º
Aceptar la voluntad de Dios en esa situación
4º
Que no es nada comparado con la Cruz del Señor por mis pecados.
5º Repetir una, dos o varias
jaculatorias u oraciones machaconamente, sin permitir el desaliento.
6º Que todo pasa y mucho antes
de lo que pensemos.
7º Pedir protección a la
Virgen.
Las recetas para la vida, como la anterior,
se deben de aprender y se llevarán a la oración con frecuencia para que nos
broten en la mente con prontitud cuando las necesitemos. Lo repito no dejemos
de acompañaremos a Cristo en la Cruz, repitiendo oraciones concretas, lo
ofreceremos por personas concretas, intenciones nuestras o de otras personas,
lo haremos de manera puntual cada vez, no basta ofrecimientos genéricos, aunque
lógicamente tienen valor, tenemos que ser muy machacones con oraciones y
jaculatorias en el propio dolor, no nos cansemos de repetir de manera continua,
en bajo o en alto y con la esperanza de que siempre pasa y Dios nos ayuda
siempre.
Cuando experimento el dolor y la contrariedad
“ Que quieres de mí Señor en este momento” como si de esa adversidad El
pretendiera algún provecho para mi; que sea más humilde, que luche más, que sea
más sobrio, más templado o bien un cambio de planes para mi.
Hay ocasiones que uno no puede nada, no se
puede ni pensar, es más quizá es mejor no pensar sino limitarse a decir
incesantemente jaculatorias u otras oraciones.
Que al Papa “le duela meno”, que buena
expresión para repetir una y otra vez ante nuestro dolor.
F) Hemos oído,
leído o pensado del dolor y de la cruz.
La señal del
cristianos es la Santa Cruz.
Que valor no tendrá
el dolor, que Cristo, pudiendo redimirnos de otra manera, lo hizo a través del
sufrimiento y muerte de cruz, y todo por nosotros, por la humanidad entera.
El comportamiento
de un hombre ante el dolor y las contrariedades demuestra lo que ese hombre
sabe y vive.
El que quiere un
cristianismo sin cruz, se encuentra con la cruz y sin Cristo.
Cuando imploramos
el auxilio de Dios hay veces que viene; como fortaleza, dándonos serenidad,
como ayuda para vencer la tentación,... pero hay veces que viene en nuestro
auxilio Cristo, Cristo en la cruz, y no le reconocemos.
Para llegar a Dios,
Cristo es el camino; pero Cristo está en la cruz, y para subir a la cruz hay
que tener el corazón libre, desasido de las cosas de la tierra.(San Josemaría Escriva)
Cada mortificación
ofrecida es un regalo, no la desaprovechemos.
Acerca a Dios más
el dolor que lo placentero de la vida, este hace que pensemos más en nosotros y
aquel que recurramos más a Dios.
El dolor cuando es
por dentro, es más fuerte, es más dolor.
Hay que subir a la
cruz, a través de ella se va al cielo.
Alegres aunque
llueva en el corazón.
Padecen más los
hombres por huir de la cruz de Cristo que por seguirla.
El sufrimiento
prepara para la vida.
Decimos que somos
seguidores de Cristo, pero el final terreno de Cristo fue la cruz, paso previo
para la Gloria.
En encuentro con
las cruces de la vida supone encuentros más cercanos de Cristo. Pero diría más,
¿no será el encuentro con las cruces el paso para unirnos a Cristo en el
Calvario y así corredimiendo, poder entender el mandamiento supremo del amor...
hasta amar a los enemigos.
Hay que ser alumno
aventajado en la ciencia de la cruz.
La Cruz de Cristo
es la única cruz, la única que hace feliz.
Posiblemente Dios
sabía que solo a través de la cruz podía entrar en la intimidad del hombre.
Junto a la Cruz
contigo quiero estar, y acompañarte con mi llanto.