El Monte Tabor

El monte Tabor se alza sólo, al nordeste de la Llanura de Esdrelón y  está a 588 m. sobre el nivel del mar y a 100 m. sobre la planicie circunstante. Por su forma, características, riqueza de vegetación y de fauna, por la belleza del panorama que se contempla desde la cima, es una montaña que no tiene igual en Tierra Santa.

La cúspide es una planicie, rodeada de las ruinas de las murallas de una fortaleza sarracena del siglo XII y a élla se llega por la puerta llamada "Bab el-Hawa" (puerta del viento).

Aunque su forma puede llevar a pensar que se trata de un volcán, sin embargo el monte está construído de estratos calcáreos que se apoyan, al oeste, sobre el cretáceo inferior y, al sur y al este sobre el neoceno. Hacia el este un estrato de basalto pleistocénico se sobrepone al calcáreo y, casi a 100m. por debajo del llano que forma la cima, corre un estrato de sílice. Fue ciertamente este tipo particular de la piedra lo que atrajo al monte a los primeros seres humanos.

En el 1925 fueron encontrados en la vertiente este del monte restos y utensilios correspondientes al paleolítico I y otros remontan al paleolítico medio (70.000 - 40.000 a.C.) y superior (35.000 - 15.000 a.C.). Las huellas de la presencia del hombre remontan al paleolítico inferior y al mesolítico.

El monte recibió su nombre de los Sumerios o de los Asirios, Cananeos o Fenicios antes que los Israelitas llegaran a la Tierra Prometida.

Las interpretaciones del significado del nombre son varias y sólo responden a meras suposiciones: monte elevado, luminoso, púlpito, pasto, etc.

En la segunda mitad del siglo XII viene indicado como "Gebel et-Tur" término arameo, conservado en árabe y que significa "monte por excelencia." Es interesante notar que con este mismo nombre se indican el Sinaí, donde fue estipulada la primera alianza, el Tabor, en el que fue confirmado el mesianismo de Cristo, el Garizín que recuerda la renovación de la primera alianza y finalmente el monte de los Olivos, desde donde Cristo subió al cielo. De este modo, con este nombre, se unificaron las montañas santas del Antiguo y Nuevo Testamentos.

En el Antiguo Testamento el Monte Tabor era considerado Sagrado por las Tribús israelitas del norte (Zabulón, Neftali e Isacar), de las que señalaba el confín (jos.19,22); poderosa y elocuente imagen en los escritos de los Profetas (ger. 48,18 y Sal.88,13) fue célebre por la victoria conseguida por Barak contra el ejército de Sísara, por consejo de la profetisa Débora (Jue.4,6).

Antes de la llegada de los Israelitas, existía en el Tabor un santuario cananeo cuyos restos son visibles aun hoy día en la cripta de la basílica.

Hacia el fin del Siglo III a.C. Antíoco III ocupó la cima donde estableció una tropa siria. Luego el monte fue fortificado por José Flavio durante la primera revuelta judía (66-67), ocupado y desmantelado por Vespasiano.