El Sión cristiano

La autenticidad de los santuarios del Monte Sión es, según la tradición cristiana, anterior al siglo IV. El ángulo sud-oeste de la colina occidental de Jerusalén se denomina el Santo Cenáculo, es decir, el lugar de la institución de la Eucaristía,  la aparición de Cristo resucitado y la venida del Espíritu Santo.


Vista del Monte Sión

La sala superior de la casa, que un discípulo puso a disposición del Maestro para la celebración de la última Pascua, llegará a ser después de la Pasión refugio y lugar de reunión de los discípulos.

El obispo Epifanio (310-403), originario de Palestina, escribe fundándose en documentos del siglo II: “El emperador Adriano, en su viaje por Oriente (138 dC.) encontró destruido el templo de Dios  y la ciudad de Jerusalén completamente arrasada, a excepción de algunas casas y de la pequeña Iglesia de Sión, en cuya sala superior se habían refugiado los discípulos a su vuelta del monte de los Olivos.

 Se encontraba construida en la parte del monte Sión salvado de la destrucción, es decir, una parte de las casas esparcidas sobre  Sión y siete sinagogas que quedaron escondidas como tugurios. Una de ellas, como está escrito, era cabaña en la viña, hasta el tiempo del obispo Máximo (333-348 dC.) y del emperador Constantino (306-337 dC.)”.

La información de Epifanio está históricamente fundada en el hecho de que el barrio occidental de la ciudad se encontraba fuera del campo de operaciones militares durante la conquista de Jerusalén en el año 70 dC. El ataque se inició en el lado opuesto de la ciudad.

 La comunidad cristiana, que había huido a Pella en el 66 dC (antes de la revuelta judía y del subsiguiente asedio romano), debió de volver al lugar donde se había constituido alrededor de los Apóstoles, y donde con otras memorias se había conservado la cátedra de su primer obispo Santiago.


Los Edificios del Sión cristiano

El Templo de la antigua Sión fue destruido y nació la nueva Sión cristiana. Lo diremos  con las palabras de un apologista del tiempo: “Existe una Sión espiritual, la Iglesia, en la que Cristo fue constituido como rey por Dios Padre” (San Optato). Los cristianos reconocían en las palabras de Isaías: “Porque de Sión saldrá la ley y de Jerusalén la palabra del Señor”(Is 2,3),  una profecía de su Iglesia a través de la cual “el evangelio de nuestro Salvador Jesucristo y las palabras de los Apóstoles fueron difundidas por todo el orbe” (Eusebio). La peregrina Egeria describe la liturgia que se celebraba “en la iglesia sobre el Monte Sión” en memoria de las apariciones de Cristo después de su Resurrección y de Pentecostés. Restaurada primero por san Máximo (331-349), la iglesia fue de nuevo reconstruida por otro obispo de Jerusalén, Juan II (386-417). Desde entonces se llamó la “Santa Sión” (Hagia Sión).