El primer acto de usurpación contra los Franciscanos

Los franciscanos fueron privados de la Capilla de David en 1429. Esto se realizó por alianza de musulmanes y judíos; pronto, éstos invirtieron dinero para transformar esta capilla en sinagoga. Al ser expulsados los frailes, el lugar permaneció en manos de los musulmanes. Esta usurpación produjo toda una serie de represalias contra los judíos en Europa. Las autoridades locales devolvieron el lugar a los franciscanos, al año siguiente, gracias a los esfuerzos diplomáticos de Venecia.
 
Fray Giacomo Delfín (1434-1438) trabajó en la restauración de todo el edificio. El sultán Barsbay (1422-1438) se mostró favorable y, con ayuda de las potencias católicas, especialmente del duque Felipe de Burgundia (1419-1467), pudo terminar las restauraciones y reconstruir la Capilla del Espíritu Santo.

Uno de los Firmanes (decretos de los sultanes) que confirma los derechos de los Franciscanos

En 1438 subió al poder el sultán Jaqman (1438-1463), que ordenó la clausura de todas las iglesias cristianas y la deportación forzosa al Cairo de los frailes del Monte Sión. Las protestas del negus de Abisinia y las amenazas de desviar el cauce del Nilo calmaron al sultán. El duque Felipe mandó dinero para el sustento de los frailes.

En 1462, mientras avanzaban los trabajos, llegó la orden de que se arrasaran las nuevas construcciones y que los musulmanes tomaran de nuevo la Capilla de David. Las ordenes se cumplieron con brutalidad e incluso fueron desparramados los restos mortales de los frailes que estaban enterrados cerca del cenotafio de David. La Capilla de David se perdió definitivamente. Todavía los frailes reconstruyeron, en 1462, la Capilla del Espíritu Santo,  que nuevamente destruyeron los musulmanes en 1468.

 

Lapida expuesta en el cenáculo para recordar la expulsión de los Franciscanos

Los franciscanos cambiaron de táctica para recuperar la Capilla de David. Se dirigieron al Sultán declarando que aquello había sido originariamente  su cementerio; pero que, más tarde, los musulmanes erigieron un mihrab por creer que aquello fue la tumba de David. Los juristas islámicos declararon que un santuario musulmán no se podía construir en un cementerio.  El asunto fue examinado por orden del Sultán. Las autoridades locales, reunidas en el lugar, tomaron finalmente una decisión contraria a los franciscanos, por lo que al día siguiente, el 23 de mayo de 1490, los cristianos se vieron forzados a demoler todas las nuevas construcciones, que comprendían, además de la Capilla del Espíritu Santo, el Oratorio de la Virgen María.