Los Franciscanos expulsados del Sión
La proximidad de las familias musulmanas, destinadas allí para
la custodia de la Capilla del Espíritu Santo y la de David, hacían la vida
imposible a los frailes del Sión, que continuaban a oficiar en la iglesia del
Cenáculo y en la subterránea de san Francisco. Cada día se presentaban con
nuevos problemas y los frailes no tenían mucho que esperar, ni siquiera cuando
Palestina pasó a manos de los Turcos Otomanos en el 1517.
Los musulmanes continuaron molestando a los frailes. En el 1521 Solimán I
intervino para poner fin a sus tribulaciones.
Los musulmanes recurrieron a un nuevo expediente: Pidieron al Mufti “si
era bueno y correcto que los fieles habitasen cerca de un santuario musulmán; y
si además las liturgias cristianas no fuesen una profanación”. El Mufti
estuvo de acuerdo con ellos y se hizo un recurso a Constantinopla. La orden que
salió de “la Puerta” el 18 de marzo de 1521, dirigida al Gobernador
de Damasco, fue la expulsión inmediata de los infieles que desacralizaban el
lugar santo haciendo sus procesiones, según su falsa fe sobre la tumba de
David, digna de ser venerada por los musulmanes. El lugar debía se dado al laor
de la orden el Scheik Mamad el-Ajami. Este no presentó la orden que
llevaba consigo, sino que probó suerte a ver si podía venderla a los mercantes
europeos que protegían a los franciscanos.
De este modo los franciscanos conocieron esta orden y Venecia hizo lo posible
frente a la Sublime Puerta, que consintió anularlo.
Peregrinos europeos, entre ellos san Ignacio de Loyola, en el momento de
embarcarse en Octubre de 1523 conocieron la noticia pero antes de que esta
llegase a Damasco, el gobernador Khurrem Pacía, había ya señalado la
expulsión para enero de 1524. El-Ajami hizo instalar una lápida, que se
puede ver todavía hoy en el Cenáculo, para conmemorar el evento. Los frailes
se instalaron en una cercana habitación llamada el “horno”, en donde vivían
las Terciarias.
Una nueva orden del 26 de marzo de 1526 devolvió a los frailes alguna sala y la
capilla debajo del Cenáculo. Todas las tentativas hechas por las Potencias
Occidentales, especialmente Venecia y Francia, de remediar esta injusticia
fueron ineficaces.
El actual “Cenacolito” franciscano sobre el Sión
La sala superior del Cenáculo fue transformada en una mezquita
dedicada al Rey David y la entrada a los cristianos fue totalmente prohibida.
Esta situación duró hasta el final del siglo XIX, cuando la sala se abrió
parcialmente a las visitas de los peregrinos cristianos. Pero continuó excluido
poder celebrar la Eucaristía así como cualquier otra forma de devoción.
Seguidamente se permitió a los franciscanos hacer alguna visita oficial el
Jueves santo y en Pentecostés, pero sin la celebración de la Eucaristía.
En marzo de 1936 los franciscanos volvieron a vivir a pocos metros del Cenáculo,
después de recuperar el viejo “horno” de la familia Dajani (propietaria
también del Cenáculo), transformándolo en el convento de san Francisco e
Iglesia “ad Coenaculum”. Es este un pequeño oasis de paz y serenidad frente
a un lugar lleno de grandes y difíciles sucesos. El área entera del Sión
cristiano se encuentra desde el 1948 en las manos de las autoridades judías.
Todos los edificios de alrededor fueron ocupados por escuelas religiosas judías
y el cenotafio medieval de Rey David ha llegado a ser un lugar nacional de
peregrinación del pueblo judío.