El Santo Sepulcro en el siglo XIX

Quizás nunca a lo largo de su historia la iglesia del Santo Sepulcro habia caído en tal grado de humillación como ocurrió en el siglo XIX. El remedio fue peor que la enfermedad. Cuando el 13 de septiembre de 1810 Komninos de Mitilena presentó su restauración, en la que no quedaba nada o al menos nada visible de la Basílica construida en el siglo XII por los arquitectos de los Cruzados. Grandes pilares habían reemplazado a las columnas, las ventanas se habían cerrado, simples paredes tapaban los hermosos arcos de ojivales de la nave central, el lugar de culto de la tumba se veía completamente reconstruido en un estilo dudoso. Las tumbas de Godofredo de Bouillon y de Balduino I se sacaron para dar lugar a dos empinadas escaleras que subían al Calvario. El mármol de la Piedra de la Unción (que llevaba el Escudo de Armas Franciscano) fue reemplazado por uno común. Uno entraba a un lugar sin belleza, sin luz ni aire, con el tiempo se convirtió en un espacio obscuro.

La imagen de Cristo en la Aedicula

La situación empeoró con los fuertes terremotos de 1867. Sacudieron de tal manera la cúpula central que hubo que echarla abajo y reemplazarla por una estructura metálica. Otro terremoto sacudió a Palestina en 1927 y el edificio entero estuvo a punto del colapso. En 1934 las autoridades británicas, que administraban Palestina desde el fin de la 1ª guerra mundial decidieron reforzar la totalidad del edificio (por dentro y por fuera) mediante sostenes de hierro y estructuras de madera, como sugirió el arquitecto Harvey. Esto desfiguró por completo el monumento.

Vigas de hierro sosteniendo a la Aedicula

En 1949 el Delegado Apostólico de Jerusalén, Monseñor Testa, escribió un volumen sumamente documentado que se preparó en colaboración con la Custodia de Tierra Santa sobre la necesidad de restaurar este monumento:

" Este es un proyecto que estamos ofreciendo a los hombres de buena voluntad. Si existen otros que sean capaces de preparar uno mejor, que se hagan presentes. Nosotros los Cristianos del mundo debemos compadecernos de estas antiguas piedras que probablemente se caerán y de esas paredes demasiado inseguras y la falta de sostén de este edificio que se ha vuelto miserable a través de los siglos..."

Por fin, después de protestas y peticiones públicas las cosas empezaron a moverse en la dirección adecuada. En 1954 las tres comunidades mayores, la Custodia Franciscana de Tierra Santa, el Patriarcado Griego Ortodoxo y el Patriarcado Armenio Ortodoxo llegaron a un acuerdo para encontrar una solución permanente para el problema. Después de muchos encuentros preliminares, el 16 de mayo, decidieron que antes de empezar con los trabajos necesitarían un informe detallado hecho por expertos sobre el estado exacto de las estructuras del monumento. Los tres arquitectos designados hicieron y presentaron un informe en común el 11 de julio del mismo año y se lo entregaron a las tres comunidades y al gobierno de Jordania.

La parte superior de la Aedicula

En 1955 la Custodia de Tierrra Santa, intentó acelerar las fechas y hacer participar a los países cristianos del mundo invitando a Jerusalén a una comisión experta constituida por siete arquitectos que vinieran de Francia, España, Bélgica, Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda. Cada arquitecto preparó su informe separadamente y el 24 de agosto entre todos prepararon un informe común en el que confirmaban la necesidad de restaurar la fachada, la nave y la cúpula. No solamente eso, sino que se pusieron de acuerdo sobre algunas de las más importantes líneas de acción tal como el arquitecto veneciano dice:

" con el objeto de devolverle al santuario por excelencia de la Cristiandad la seguridad y la dignidad que todo creyente invoca con fe y un corazón conmovido, necesitamos usar todos los sistemas de la tecnología moderna".

Vista desde lo alto de la entrada de la Aedicula a la tumba

Una oficina técnica controlada por tres arquitectos de las tres comunidades fue instalada y el trabajo de restauración comenzó el 3 de julio de 1961. El 4 de enero de 1964 el Papa Pablo VI visitó el lugar y habló acerca del proyecto de restauración con el Patriarca Griego ortodoxo Benedictos:

"es muy simbólico que aún teniendo en cuenta el peso de la historia y las numerosas dificultades, los Cristianos desgraciadamente separados entre si, trabajen juntos para restaurar este templo que ellos mismos habían construido sintiéndose unidos y al que sus diferencias dejaron que cayera en la decadencia"

Así fue como la Iglesia del Santo Sepulcro volvió a convertirse en una señal de esperanza, en una resurrección que finalmente pueda unir a todos los Cristianos del mundo alrededor de la Tumba de Cristo.