Jericó, Qumrán, Mar Muerto |
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Jericó,
la ciudad de las palmeras, está llena de historia; no en vano es la
ciudad más antigua del mundo. Para evitar desencanto y confusión -pues
se ve muy poco de tanta antigüedad- tenemos que decir que hay como tres
Jericó, situadas, según la época, en tres sitios distintos. 1º)
La Jericó cananea, que está debajo de tierra y de la que se ve sólo
una «cala» hecha por los arqueólogos (el Tell-es-Sultán) que es la
Jericó antigua, la supuestamente conquistada por Josué. Aquí el
Profeta Elías subió a los cielos, y su discípulo Eliseo aquí estuvo
mucho tiempo. 2º)
La Jericó Herodiana, constuida por Herodes, que es la que conoció Jesús
y tantas veces recorrió, está situada al final de la carretera vieja
que era el camino hacia Jerusalén. En ella se sitúa el relato de
Zaqueo y la curación de los ciegos. (Mt 20, 29-34). Era una ciudad al
estilo romano. 3º)
Y la Jericó actual, ocupada por los árabes, en constante expansión
debido a la Autonomía, con 17.000 habitantes. En ésta se conserva el
único ejemplar de sicómoro del entorno.
En
cuanto a la ciudad herodiana, tenemos que decir que se le designa así
-la Jericó de Herodes- porque este rey, al recibirla en el año 30 a.C.
del emperador Romano Octavio Augusto, la amplió y embelleció con
estanques, jardines, hipódromo, anfiteatro y, sobre todo, la construcción
de uno de los muchos palacios, que era su residencia de invierno (El
historiador Flavio Josefo así la describe como un valle lleno de
estanques y jardines). Es
interesante ver las ruinas de la primitiva Jericó en Tell-el-Sultán:
la colina artificial (eso significa «Tell»), en cuyas entrañas se
encuentran las ruinas de la considerada, con sus diez mil años de
historia, la ciudad más antigua del mundo. La colina es artificial,
resultado de las continuas y reiteradas destrucciones y
reconstrucciones, y en ella se encuentra una “cala” o
“trinchera” abierta por las excavaciones realizadas por los arqueólogos
en la que se puede apreciar una hipotética torre «neolítica» con una
escalera interna de 22 escalones. Era la torre de la fortificación en
el lado interior de la muralla de la ciudad, en la que se calcula que
vivían unas 2000 personas. Tiene de diámetro 8,5 m., y es del 8º
milenio a. C. Las
excavaciones recientes de la arqueóloga inglesa K. M. KENYON
(1952-1958) han revelado que Jericó fue destruida antes de la Conquista
israelita de CANAÁN, y que, por consiguiente, los correspondientes
relatos bíblicos del libro de Josué están más al servicio de la
proclamación de la fe que de la exactitud histórica. Fruto
de estas mismas excavaciones, Keynon afirma que este Tell está formado
por la sucesión de 17 ciudades distintas a lo largo de 8.000 años de
historia desde el Neolítico hasta el período israelita. Además de la
Torre neolítica ha aparecido cerámica de este tiempo. De la Edad de
bronce (3000 a. de Cristo) se han constatado tumbas familiares, armas y
cerámica. La ciudad parece que fue destruida en torno al año 1.400 a.
de Cristo, aunque el relato bíblico del libro de Josué correspondería
a la edad de hierro (a 1.250 a. de Cristo). |
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El Monasterio de Qumran, situado en una pequeña meseta de materiales de aluvión, entre los acantilados del desierto de Judea y el Mar Muerto, es un centro de sumo interés para los estudios bíblicos, debido especialmente al descubrimiento de los famosos “manuscritos del Mar Muerto”. ¿Cómo fue el hallazgo? Su
hallazgo fue por casualidad, obra del azar. La cosa empezó el año
1947, cuando un muchacho beduino, una tarde, intentando echar hacia
abajo unas cabras que se habían subido a la altura de esas cuevas, le
arroja una piedra que cae en el interior de una de las cuevas,
produciendo un ruido extraño, como si algo se hubiese roto. La sorpresa
del ruido le produce curiosidad. No entró por miedo, pero al día
siguiente él y un primo suyo entraron en la cueva y encontraron una
tinaja con siete rollos de pergamino con garabatos. Eran los primeros
rollos de pergamino.
En
principio los manuscritos fueron a parar a Belén y a manos del
Patriarca Sirio-Ortodoxo de Jerusalén. Más tarde fueron vendidos en
Nueva York, y rescatados posteriormente por el Estado de Israel (Museo
Rokefeler). Este
fue el principio de uno de los mayores descubrimientos arqueológicos
del siglo. La crítica atribuye a estos documentos unos dos mil años de
antigüedad, según el arqueólogo ALBRIT. El
hallazgo desencadenó una fiebre de búsqueda, que culminaría con el
descubrimiento de unos seiscientos manuscritos, repartidos en once
grutas naturales. En las grutas 1ª y 4ª, situadas a unos 50 metros del
Monasterio, se encontraron 40.000 (cuarenta mil) fragmentos escritos
(trozos de papiros). Esta Búsqueda la canalizó después el Estado de
Israel. Examinados los documentos en un laboratorio suizo con las
pruebas del nuevo carbono 14, cuyo margen de error no supera los 70 años,
nos indican que fueron escritos en torno a los siglos II y I antes de
Cristo. Existen
hasta treinta y una grutas en las que no se encontraron manuscritos,
pero sí indicios de haber sido ocupadas, y entonces surgieron las
preguntas formuladas por el Padre Dominico Roland de Vaux, de la escuela
bíblica de san Esteban de Jerusalén: ¿Quién
las habitó? ¿Quiénes habían escrito los manuscritos? ¿Por qué se
hallaron en grutas? ¿Hubo algún centro religioso en el entorno? Todas
estas preguntas dieron pie a la investigación arqueológica de las
grutas y alrededores para encontrar posibles datos. La
excavación fue dirigida (desde el año 1952 hasta el 1956) por el P.
Roland de Vaux, dejando claro que allí hubo un cenobio judío, cuyos
miembros pertenecían, sin duda, al movimiento ESENIO que tanto influjo
ejerció en el judaísmo contemporáneo de Jesús.
Desde
la plataforma, que tiene unos 620 m. cuadrados y que corona su antigua
torre, se aprecian los distintos compartimentos: cocina, comedor,
escritorio, sala de asambleas, lavandería, horno y muchas piscinas o
cisternas para sus baños purificatorios. En la parte derecha. Los
servicios, cuadras, cocinas. En la parte izquierda: el propio
Monasterio, escritorio, comedor, sala del Prior (Maestro de justicia). Extramuros
del Monasterio, se observa el emplazamiento de su cementerio, con 1.200
tumbas. No es de extrañar lo relativamente pequeño del recinto con
relación a la cantidad de monjes (150 a 200), pues en el monasterio
estaban las estancias de las prácticas comunitarias (escritorio,
comedor, cocina, baños, que recibían el agua del wadi, etc.) y el
resto de la vida se hacía fuera, en tiendas como los beduinos, o en las
cuevas. Con
esto tenemos la respuesta a una de las preguntas: ¿Hubo algún centro
religioso en el entorno? La respuesta afirmativa es el fruto de las
excavaciones. ¿Quiénes lo habitaron y, por tanto, escribieron los
manuscritos? También, como fruto de las excavaciones, se identifican
con un sector especial de la secta de los ESENIOS. ¿Quiénes eran los Esenios? Se
trataba de monjes que, en desacuerdo con el judaísmo oficial del
Templo, buscaban en el desierto una mayor fidelidad a la Alianza en la
práctica escrupulosa de la ley, en espera del Mesías. No estaban de
acuerdo con que los Macabeos se hubiesen proclamado Sumos sacerdotes,
interrumpiendo así la sucesión sadoquista (Sadoc era el Sumo Sacerdote
de David). Su
vida, ajustada a unas reglas, se conoce gracias a los manuscritos y a
Filón de Alejandría, historiador contemporáneo de Jesús. Las
noticias que nos da coinciden con lo que dicen los manuscritos. Así
pues, tenían un Superior: el Maestro de Justicia; practicaban la comunión
de bienes, pobreza personal y celibato, y se dedicaban al trabajo
manual, la oración y el estudio de los libros sagrados, sin olvidar los
baños rituales. La
comunidad estaba jerarquizada. Antes de entrar a formar parte de ella,
el aspirante tenía que superar una serie de pruebas y escrutinios, como
un noviciado. Esperaban al Mesías. Los
TEXTOS
que escribieron Los
encontrados, por su contenido, pueden ser distribuidos en 3 grupos: 1º)
BÍBLICOS: Todos los del Antiguo Testamento están representados, menos
Ester; y los Salmos e Isaías con muchos ejemplares. Merece un puesto de
honor el famoso «Códice de Isaías», expuesto en el Museo del Libro
de Jerusalén. Son de gran importancia, pues están escritos el s. I
a.C. y, por tanto, cinco siglos antes de los que se conocían hasta
entonces, que eran del s. IV d.C. 2º)
APÓCRIFOS: Algunos ya conocidos, como el de Henoc, y otra gran serie
desconocida hasta entonces. 3º)
SECTARIOS: Producción literaria propia de la secta, reglas, etc. Son
los que proporcionan mayor información sobre su historia, vida... e
interesantes para un estudio comparado con el Nuevo Testamento. 4º
COMENTARIOS: Libros de exégesis o reflexión sobre distintos libros de
la Biblia. La
comparación de estos escritos con los del Nuevo Testamento nos sirve
para constatar, por un lado, las raíces comunes del Antiguo Testamento
como, quizá, expresiones comunes y alguna idea, sobre todo, con el 4º
Evangelio: Luz-Tinieblas, etc. Pero, por otro lado, se pone de
manifiesto la diferencia de dos doctrinas paralelas: la evangélica y la
de los esenios, no dependiente la una de la otra. Así pues: a)
El rigorismo, el exclusivismo y la estrechez de los Esenios contrasta
con el Universalismo Paulino y la caridad universal manifiesta en el
mandamiento nuevo del Evangelio. b)
Los Esenios se ceñían a la ley, mientras que Jesús y sus discípulos
sobrepasan la letra de la ley, invocando la libertad de los hijos de
Dios, y la amplitud del Reino de Dios para con los pecadores. c)
A los ritos externos purificatorios de los esenios, se contrapone la
pureza interior de Jesús. d)
Y la purificación del bautismo cristiano tiene otro sentido, purificación
por ser «Regeneración», «Criatura nueva» en la vida de Cristo
Resucitad de Cristo, pues el núcleo del cristianismo es la predicación
de Cristo, muerto y resucitado. ¿Por
qué estaban guardados en las cuevas? Según
se ha averiguado, el monasterio estuvo habitado desde el año 135 a.C.,
en tiempos de Juan Hircano, hasta el año 31, a.C., en que lo tuvieron
que abandonar por un seísmo que lo destruyó. Volvieron al monasterio,
lo reconstruyeron y volvieron a habitarlo desde el principio de la Era
cristiana hasta el año 68, cuando las tropas de Vespasiano se
adentraron en el desierto para sofocar la rebelión judía. El año 70,
su hijo Tito, destruiría Jerusalén. Ello
provocó la alarma de los monjes, que optaron por huir hacia el Sur,
pero antes habían escondido su biblioteca en grutas, con la esperanza
de recobrarla después. Pero parece ser que los monjes, tras refugiarse
en MASADA, compartirían el trágico final ante el acoso de los romanos,
y antes de caer en sus manos, matándose unos a otros, todos se
autoinmolaron allí. Y los Manuscritos, escondidos en las cuevas, se
sumieron en un sueño de siglos, hasta la pedrada fortuita del joven
pastor Beduino en el año 1947. |
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MAR MUERTO |
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El
Mar Muerto, o Mar de la Sal, como se le llamó en la antigüedad, ofrece
una superficie límpida de aguas amargas y saladas. Es interesante, no
sólo por sus recuerdos bíblicos (bajo sus aguas están presuntamente
sepultadas, en el extremo sur, las ciudades de Sodoma y Gomorra), sino
sobre todo, por la naturaleza de este fenómeno único en el mundo (400
m.). Está situado en el punto más bajo del mundo. Esta descomunal
«sima» o «fosa» geológica es la más profunda de la tierra. Esta
depresión de origen sísmico, nace en el Norte, en las estribaciones de
los Montes del Líbano, recorre Palestina, el Mar Muerto y el desierto,
y llega, a través del Mar Rojo, hasta Tanzania, en África. Por ella
discurre el río Jordán hasta desembocar, pasado el Lago de Genesaret,
en este Mar Muerto. El
Mar Muerto recibe 6,5 millones de litros de agua del río Jordán cada año,
que se detienen aquí sin posible salida debido a la elevada evaporación
y al progresivo descenso
del nivel del lago por el aprovechamiento intensivo (para regadío,
etc.) de las aguas del Jordán.
Se
le dice Mar Muerto porque sus aguas salitrosas hacen imposible cualquier
vida: ni peces, ni algas. La densidad de sus sales es del 26 %, cuando
el Mediterráneo tiene sólo un 7 %, y el Atlántico un 6 %. Por eso, se
«flota» sobre sus aguas sin hundirse. Es curiosa la experiencia, si se
toma el baño: «Boca arriba» sobre el agua se puede leer el periódico.
El baño en el Mar Muerto es una experiencia que puede resultar grata,
no sólo por lo singular de sus aguas sino por la sensación de novedad.
Además
de la abundancia de sal, abunda el cloruro de sodio, magnesio, potasio,
calcio y también sulfatos, bromuros y carbonatos. - Por eso, sus aguas
son recomendables para ciertas enfermedades de la piel, reuma, músculos
y huesos. Una
línea imaginaria es la frontera y divide a esta parte de Israel de la
otra parte de Jordania, con las Montañas de Moab. Sus dimensiones: Longitud, 80 km; Anchura, 15 km; Area, 1.275 km2 y Profundidad de 400 m en los sitios más profundos. |
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