LAS TRADICIONES PRIMITIVAS
Another angle of the facade

Otra vista de la fachada
de la basílica de Getsemaní

 
¿Es posible localizar al otro lado del Cedrón y en el monte de los Olivos, la propiedad y el huerto de los que hablan los evangelistas?.
En su Comentario a Mateo, escrito entre el 244 y 249, Orígenes pretende realzar la importancia de la información topográfica de Mateo y Marcos: “Cuando se conoce, escribe el exégeta, el contenido de los nombres hebreos, el mismo nombre del terreno de Getsemaní ayuda a conocer mejor el lugar. No sin razón, Mateo y Marcos conservaron el nombre del terreno” (PG 13,1740).
The rock of the AgonyAnother view of the rock of the Agony

La roca de la Agonía en la Basílica de Getsemaní
Este recuerdo no debió desaparecer. Casi un siglo después de Orígenes, hacia el 330, Eusebio de Cesarea subraya la continuidad cuando anota en su Onomasticon que “los fieles, todavía hoy, se muestran solícitos a orar” en el recinto de Getsemaní, “donde Cristo oró antes de su pasión”.
La importancia de esta noticia de Eusebio se entiende sólo si se tiene en cuenta la tradición, en los recuerdos de los primeros cristianos. La tenacidad de los recuerdos religiosos, tribales y familiares, es un hecho constante en la historia de los denominados pueblos primitivos. La presencia ininterrumpida de los cristianos, en los mismos lugares de la redención, y el carácter único que les atribuyeron, garantiza la fidelidad de esta transmisión; sobre todo, cuando el nombre, como Getsemaní, jamás cambió.
Al comienzo del siglo IV, los cristianos de Jerusalén oraban en el lugar donde la tradición situaba la oración del Cristo agonizante y, gracias a las indicaciones topográficas de los evangelistas, el error, – si existe –, no puede ser muy importante.
En el año 390, S. Jerónimo traducía el Onomasticon de Eusebio al latín. Pero, S. Jerónimo no es un simple o servil traductor: adapta su texto a la situación de su época. Eusebio había escrito: “Getsemaní, propiedad donde Cristo oró antes de su pasión. Está situada cerca del monte de los Olivos; los fieles se apresuran, aún hoy, viniendo a orar”. He aquí cómo esta información la transmite san Jerónimo: “Getsemaní es el lugar donde oró el Salvador antes de su pasión. Se encuentra al pie del monte de los Olivos; en la actualidad, allí está construida una Iglesia”. La localización de esta Iglesia, que la peregrina Egeria, en el 383, consideró “elegante”, ya no plantea más problemas desde que las excavaciones del 920 descubrieron las ruinas, a la derecha del sendero del monte de los Olivos.

 

Mapa de Bernard von Breydenbach
datado el 1486 - detalle de Getsemaní

 
En cuanto al lugar de la traición de Judas y del arresto de Jesús, los cristianos del siglo IV lo situaban a la izquierda del mismo sendero. Es allí, en efecto, donde el Anónimo de Burdeos, peregrino en el 333, ve “la roca donde Judas Iscariote traicionó a Cristo”. Según Eusebio, en su Onomasticon, y Cirilo de Jerusalén, en su Catequesis X, este recinto se encontraba en el valle del Cedrón; y, según Egeria, más abajo que el del Cristo agonizante: “Y de allí (la Iglesia de la Oración), escribe la peregrina, con himnos, bajan a pie con el Obispo a Getsemaní, aún los niños pequeños. (…) En llegando a Getsemaní, se reza primero una oración, apropiada y se canta un himno; luego se lee el texto del Evangelio donde fue prendido el Señor”.
El sendero seguido por el Anónimo de Burdeos, en el 333, es, con toda probabilidad, el que descendía de la puerta oriental de la ciudad, cruzaba el Cedrón y se dirigía al monte de los Olivos, torciendo ligeramente hacia la derecha. Durante el período bizantino, este camino fue transformado en una escalera, tallada en la misma roca. Algunos peldaños se conservan en una capilla cercana de la Iglesia griega de san Esteban, a la derecha de la carretera de Getsemaní; el jardín de la iglesia rusa de Santa María Magdalena posee otros peldaños de aquella antigua escalera, cuyo actual camino central sigue aproximadamente el trazado antiguo.
Del cotejo de las primeras tradiciones, resulta que la Agonía y el prendimiento de Jesús se sitúan en dos terrenos o recintos diferentes. Esta disposición pudiera explicar el verbo “salir” de Juan (Jn 18,4). Como él omite la escena de la Agonía e inmediatamente narra la del arresto, quizás el IV Evangelio recuerda la salida del recinto de la Agonía, cuando Jesús y los tres íntimos fueron a reunirse con los ocho Apóstoles, dejados en otro lugar (Fig. 6 y 7).

Presbiterio, roca de la Agonía y ábside
de la Basílica de Getsemaní

 
Pero, tradiciones posteriores confirman otra explicación. Hacia el 530, el peregrino Teodosio escribe en su narración: Allí está el valle de Josafat. (Desde el siglo IV, este valle, donde Dios “se sentará a juzgar a las naciones” (J1 4,2), se identifica con el del Cedrón). Allí Judas traicionó al Señor. Allí está la Iglesia de la señora María, madre del Señor. Allí el Señor lavó los pies de sus discípulos y cenó; allí se encuentran cuatro bancos donde el Señor se sentó en medio de los discípulos (…); este lugar está dentro de una gruta (…)”: Es precisamente dentro de esta misma gruta donde el Anónimo de Piacenza, en el 570, sitúa la escena de la traición: “Bajamos del monte de los Olivos al valle de Getsemaní, allí donde el Señor fue traicionado. Este recinto posee tres bancos, en los cuales se sentó (…)”. Este lavatorio de los pies y esta comida del Señor están unidos con la antigua tradición de las tres comidas (cenas) del señor, especialmente en Getsemaní, de la que trata ya un texto del siglo III.
Visto que Jesús tenía la costumbre de retirarse al huerto de Getsemaní con sus Apóstoles (Jn 18,2), la gruta les permitía resguardarse fácilmente del frescor de las noches palestinas y de las lluvias del invierno, así como disfrutar un poco de la soledad.
Podemos, pues, pensar, que Jesús y los tres íntimos abandonaron el recinto, situado a la derecha del camino, y vinieron a reunirse con los otros ocho Apóstoles, a la izquierda del camino, dentro de la gruta, donde estos últimos se habían retirado. Cuando llegó Judas, Jesús pronunció las palabras: “¡Levantaos, vamos! Ya está aquí el que me entrega”. El “salió” de la gruta y se presentó delante del traidor (Mt 26,46; Jn 18,4).
Por modificado que esté hoy el lugar del Getsemaní evangélico, por la elevación del valle del Cedrón, el cambio o ensanche de las carreteras y las numerosas construcciones, no se encuentra gran dificultad para hallar los recintos.