LAS IGLESIAS DE LA AGONÍA O DE LA ORACIÓN
En otoño de 1891, el vaciado de una fosa de estiércol y su excavación, en un recinto contiguo al huerto de los olivos, descubrió el muro de un ábside y restos de un tosco mosaico. Los enredos administrativos de la época impedían las excavaciones sistemáticas. A partir de la instauración de un régimen de mayor libertad por las autoridades otomanas, los franciscanos comenzaron los trabajos de limpieza del terreno. Estos sacaron a la luz, en 1909, las ruinas de una Iglesia medieval, orientada hacia el sudeste. Los arqueólogos identificaron de inmediato esta Iglesia con la que el peregrino Juan de Würzburg (1165) dijo que estaba erigida a la advocación del Salvador, en el lugar de la oración de Cristo.
The rock of the AgonyAnother view of the rock of the Agony
La roca de la Agonía en la Basílica de Getsemaní
Al final de la primera guerra mundial, la Custodia de Tierra Santa proyectó la construcción de una nueva iglesia, en recuerdo de la Agonía y la oración de Jesús. Los sondeos iniciales de 1919-1920 llevarían a los expertos a la conclusión de que la Iglesia medieval había sido levantada en el sitio de la Iglesia bizantina, indicada por la peregrina Egeria y San Jerónimo.
Los nuevos cimientos de los muros laterales habían sido ya echados, cuando los constructores descubrían, dos metros debajo del pavimento medieval, los restos de un excelente mosaico de edificio orientado hacia el nordeste, pero destruido hasta el suelo. Así, acababa de ser descubierta la iglesia “elegante” del siglo IV (Fig. 11 y 12).

Plan of the churches
Plano de las iglesias: en rojo la del siglo IV

1. LA IGLESIA DEL SIGLO IV

Al igual que la primera iglesia de Betania, ésta de Getsemaní se remonta a la segunda mitad del siglo IV. El silencio de Eusebio y del Anónimo de Burdeos, por un lado, y la información de Egeria y San Jerónimo, por otro, permiten a los historiadores estar a punto de precisar la fecha de su construcción, y a situarla entre el 333 y el 383. Además, fundándose en el silencio de San Cirilo de Jerusalén, en sus Catequesis pronunciadas hacia el 350, y en los reinados agitados de los primeros sucesores de Constantino, los historiadores creen poder fijar la fecha de la construcción bajo el reinado de Teodosio I (379-395). Ahora bien, es precisamente a este emperador a quien los Annales del Patriarca Eutiquio de Alejandría (siglo X) atribuyen la iglesia de Getsemaní, “la que contenía la tumba de Santa María, que enseguida destruyeron los Persas, y que se encuentra todavía hoy en ruina”. Unos ven en esta alusión a la tumba de la Virgen, el resultado de una confusión entre la iglesia de la Agonía y la cercana iglesia de la Asunción; otros, una confusión entre Teodosio I y Teodosio II (408-450): esta cuestión, hasta la fecha, permanece sin respuesta. De todas formas, para el asunto de la iglesia bizantina de la Agonía, la mención de Teodosio II no se mantiene más, puesto que Egeria y San Jerónimo conocieron la iglesia antes del reinado de este emperador. Parece que nada contradice atribuir el origen de la primera iglesia de la Agonía a Teodosio I el Grande.
Las excavaciones han descubierto que el edificio fue destruido por el fuego. Esta destrucción normalmente se atribuye a los Persas (614). Pero, el silencio de los documentos posteriores a la narración de Egeria no ha cesado de intrigar a los historiadores: el Leccionario Armenio (417-439) Y el Gran Leccionario georgiano de la Iglesia de Jerusalén (s. V-VIII), por un lado, hablan de “Getsemaní”, en donde se ha leído el Evangelio de Mateo 26,31-56 ó 26,36-56, al parecer en la gruta; por otro, el peregrino Teodosio (hacia el 530), el opúsculo titulado el Breviario de Jerusalén (hacia el 530) y el Anónimo de Piacenza (en torno al 570) nombran la iglesia de la Virgen y el lugar de la traición de Judas, aunque parecen desconocer la iglesia de la Agonía.
Los mismos documentos posteriores a la invasión persa arrojan al lector en una excesiva confusión: ¿en qué lugar del monte de los Olivos se hallaba realmente la iglesia, que el peregrino Willibald (724-726) dijo que estaba construída en el sitio de la oración de Jesús, antes de su pasión, y en qué lugar del monte de los Olivos estaba situado “Getsemaní” y el santo Abatimiento, de los que tratan otros textos? ¿Aluden éstos todavía a algún santuario construido?.
Varias hipótesis pueden examinarse, entre tanto: la destrucción por uno de los violentos terremotos que han sacudido Palestina, como la primera iglesia de Betania (419), 447, 551, 746?); destrucción por los Persas (614), seguida, tal vez, por una modesta reconstrucción. El señalar estas hipótesis es indicar la complejidad que presenta la historia de la primera iglesia de la Agonía.

Restos del mosaico pavimental bizantino
incluido en el mosaico actual

EL EDIFICIO

Como numerosas iglesias de Palestina bizantina, el santuario de la Agonía pertenecía al modelo basilical con tres naves. Pero, lo peculiar de su arquitectura es que ofrece a los historiadores del arte el ejemplo palestino más antiguo, actualmente conocido, de una iglesia con tres ábsides, y de un ábside central semicircular elevado. Las iglesias con tres naves terminaban generalmente, en efecto, con un ábside incrustado dentro de un macizo rectangular y flanqueadas por dos sacristías. La iglesia de Betania constituye el primer ejemplo conocido de este último modelo.
La iglesia de la Agonía medía 25,50m de largo exterior por 16,35m de ancho. Cubiertas probablemente con armadura, las naves estaban separadas por siete columnas y dos semicolumnas. La nave central era un poco más ancha que las dos laterales juntas.
Con sus 60 cm, los muros presentaban un espesor, incluso inferior, a aquél que caracterizaba las construcciones de la época bizantina.
El declive del terreno, sobre el que debía levantarse la iglesia, obligó a los constructores a cortar la mole rocosa al este, y a prever debajo del atrio una amplia infraestructura, que abarcaba evidentemente una cisterna.
Los muros de los ábsides estaban separados de la pared rocosa por un pequeño canal de desagüe a lo largo de los muros laterales, bajo forma de reguera, hasta la cisterna del atrio.
Las columnas estaban apoyadas sobre unas losas cuadradas de caliza, de las cuales la mayoría han sido halladas in situ. Según los pedazos descubiertos, los fustes tenían 51cm de diámetro; se apoyaban sobre una basa ática, es decir, formada por una mediacaña cóncava y de dos antas redondas, y estaban adornadas con un capitel de tipo corintio clásico, como las de Belén y la primera Iglesia de Betania, con hojas de acanto bien desatadas y, encima de las volutas, un emblema que parece ser una cruz.
En el ábside central, los arqueólogos han descubierto un bloque rocoso aislado, que se alzaba dentro de la nave, sobre el pavimento, con una altura de 35cm, cuya parte superior y los laterales habían sido, más o menos, ajustados; en concreto, el lado este que ofrecía una forma semicircular. En la protección de esta roca, los entendidos ven evidente el deseo de destacar el lugar mismo de la Agonía. Esta masa prueba, en todo caso, que el presbyterium, – el santuario propiamente dicho –, de la Agonía, como aquél de la primera iglesia de Betania, formaba una plataforma que ocupaba, no solamente el ábside, sino también una parte de la nave central.
La iglesia de la Agonía estaba pavimentada con hermosos mosaicos, cuyos restos se han conservado en las naves laterales y los entrepaños. Los de la nave norte presentan trozos de calcinación, que confirmarían quizás un incendio violento y prolongado.
Los paneles representan cuadrados con dibujos geométricos y guirnaldas de ramilletes estilizados, que rodeaban a un ramo central, decorado con una cruz; los ribetes constaban de trenzas. Los mosaicos de los entrepaños presentaban una sucesión de cuadrados con dibujos geométricos, de cruces y guirnaldas. Los motivos, en tonos azules, rojos, amarillos y negros descansaban sobre un fondo de teselas blancas (Fig. 14).
El pavimento de la nave central parecía aún más rico. Los pocos fragmentos hallados presentan una decoración floral, que ha sido imposible reconstruir.

Roca venerada de la Agonía

LA DECORACIÓN DE LOS MUROS

Las excavaciones también han descubierto teselas muy finas, esmaltadas y vidriadas, que debían de pertenecer a un mosaico mural.

EL ATRIO

La existencia de un atrio está confirmada por los cimientos que seguían a los de los muros exteriores de la iglesia y las dos filas de columnas; pero, los restos son muy poco importantes para permitirnos una reconstrucción del atrio y darnos la forma de acceso.
Los anexos, cuyos cimientos y mosaicos han sido descubiertos, rodeaban los lados laterales del atrio, quizás, parcialmente, el lado norte de la iglesia.

LAS TUMBAS

Dentro de la iglesia y sus entornos, han sido descubiertas numerosas tumbas de la época bizantina: tres en el ábside norte y cinco debajo del atrio. En 1958,
las obras de una nueva carretera descubrieron, enfrente de la iglesia actual de la Agonía una tumba de arcosolio (nichos abovedados, excavados dentro de la anchura de los muros) y una necrópolis con 17 fosas, que contenían huesos, así como cerámica y vasos de los siglos IV y VI.

LA LITURGIA

Según el Itinerario de Egeria, la iglesia de la Agonía constituía ya una estación de las procesiones litúrgicas, antes del final del siglo IV.
Después de haber pasado casi toda la noche del Jueves al Viernes Santo, en el monte de los Olivos, los fieles bajaban de nuevo a la ciudad, cantando himnos: “Y se llega al lugar mismo en que oró el Señor, como está escrito en el Evangelio: y se apartó como un tiro de piedra y oró… En ese lugar hay una iglesia elegante. Entra en ella el Obispo y todo el pueblo, se dice allí una oración propia del lugar y se dice también un himno apropiado y se lee el mismo texto del Evangelio donde el Señor dijo a sus discípulos: velad para que no entréis en tentación. Se lee allí todo ese pasaje y se hace de nuevo oración”.
Como los documentos posteriores no hablan más del lugar de la Agonía y de la Oración, desconocemos si siempre sirvió de estación en el Viernes Santo, a los fieles de Jerusalén. De cualquier manera, el mismo recuerdo no había caído en el olvido. Por cierto, con la lectura de los textos, es difícil localizarlo, puesto que la presencia de una iglesia está lejos de ser probada, y que el término “Getsemaní” estaba normalmente reservado al sitio del arresto, como lo indica Egeria; dicho término incluirá también la tumba de la Virgen.
En los siglos X-XI, según el Typicon (Calendario) de la Iglesia de Jerusalén, cuando se descendía del monte de los Olivos, el Viernes Santo, los fieles se paraban, primero, en el lugar del “santo Abatimiento”; y, luego, en la “santa Getsemaní”. No obstante, el pasaje evangélico leído en el primero de estos recintos, no refiere más la Agonía, sino la comparecencia de Jesús delante del Sanedrín y la negación de S. Pedro (Mt 26,57-75). Pero, ya lo hemos indicado, se discute sobre el lugar de este “santo Abatimiento” (Prosternación).