The facade of the basilica at Gethsemane

La fachada de la basílica de Getsemaní

El relato de la Pasión, en los cuatro evangelistas, comienza en un lugar fuera de Jerusalén, que Mateo y Marcos denominan Getsemaní. Los textos evangélicos y las tradiciones primitivas nos permitirán localizar mejor los acontecimientos, cuyo recinto fue testigo.

 
1. LOS TEXTOS Mateo 26,36-56:

Jesús llegó con sus discípulos a un huerto que llamaban Getsemaní, y les dijo: Sentaos aquí, mientras yo me voy allí a orar. Y llevándose a Pedro y a los dos hijos del Zebedeo, empezó a entristecerse y a angustiarse. Entonces les dijo: Me muero de tristeza. Quedaos aquí y estad en vela conmigo. Adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar diciendo: Padre mío, si es posible, que se aleje de mí este cáliz. Sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. Se acercó a los discípulos los encontró adormilados y dijo a Pedro: ¡Vaya! ¿No habéis podido velar ni una hora conmigo? Estad en vela y pedid no ceder en la prueba; el espíritu es animoso, pero la carne es débil. Se apartó por segunda vez y oró diciendo: Padre mío, si no es posible que yo deje de pasarlo, realícese tu designio. Al volver los encontró otra vez adormilados, porque se caían de sueño. Los dejó, se alejó de nuevo y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Al final se acercó a los discípulos y les dijo: ¿Así que durmiendo y descansando? Mirad, ha llegado la hora de que este Hombre sea entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está ahí el que me entrega.

Aún estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel de gente con machetes y palos, mandada por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había dado esta señal: El que yo bese, ése es; detenedlo. Se acercó en seguida a Jesús y le dijo: ¡Salud, Maestro! Y lo besó con insistencia. Pero Jesús le contestó: ¡Amigo, a qué has venido! Entonces se acercaron a Jesús, le echaron mano y lo detuvieron. Uno de los que estaban con él tiró de machete y de un tajo le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo: Vuelve el machete a su sitio, que el que a hierro mata a hierro muere. ¿Piensas que no puedo acudir a mi Padre? El pondría a mi lado ahora mismo más de doce legiones de ángeles. Pero ¿cómo se cumpliría entonces la Escritura, que dice que esto tiene que pasar? Jesús dijo entonces a la gente: ¡Con machetes y palos habéis salido a prenderme como si fuera un bandido! A diario me sentaba en el templo a enseñar y no me detuvísteis. Todo esto ocurrió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. En aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
(Cf. Marcos 14,32-52.)

The venerable olive trees

El venerable olivo del Huerto de Getsemaní
Lucas 22,39-54:

(...) Salió entonces y se dirigió, como de costumbre, al monte de los Olivos; pero lo siguieron también los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo: Pedid no ceder en la prueba. El se apartó de ellos, alejándose como un tiro de piedra, y se puso a orar de rodillas diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; sin embargo, que no se realice mi designio, sino el tuyo. Se le apareció un ángel del cielo, que lo animaba. Al entrarle la angustia, se puso a orar con más insistencia. Le chorreaba hasta el suelo un sudor parecido a goterones de sangre. Levantándose de la oración fue a donde estaban los discípulos; los encontró dormidos por la pena, y les dijo: ¡Conque durmiendo! Levantaos y pedid no ceder en la prueba.
Aún estaba hablando cuando apareció gente: el llamado Judas, uno de los Doce, iba en cabeza y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? Dándose cuenta de lo que iba a pasar, los que estaban con él dijeron: Señor, ¿atizamos con el machete? Y uno de ellos, de un tajo, le cortó la oreja derecha al criado del sumo sacerdote. Jesús intervino diciendo: Dejad que lleguen hasta eso. Y tocándole la oreja, lo curó. Entonces dijo a los sumos sacerdotes, a los oficiales del templo y a los senadores que habían venido a prenderlo: ¡Habéis salido con machetes y palos, como si fuera un bandido! A diario estaba yo en el templo con vosotros y no me echásteis mano. Pero ésta es vuestra hora, cuando mandan las tinieblas. Lo prendieron, se lo llevaron y lo condujeron a casa del sumo sacerdote (…).

 
El arresto de Jesús: detalle del mosaico de la basílica de Getsemaní

 
Juan 18,1-12:

(...) Dicho esto, salió Jesús con sus discípulos, pasaron el torrente Cedrón y entraron en un huerto; Judas, el que lo traicionaba, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía allí a menudo con sus discípulos. Judas tomó la patrulla y a unos guardias de los sumos sacerdotes y fariseos, con faroles, antorchas y armas, y entró allí. Jesús, sabiendo todo lo que se le venía encima, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Contestaron: A Jesús Nazareno. Les dijo Jesús: Soy yo. Estaba con ellos Judas el traidor. Al decirles “yo soy”, dieron un paso atrás y cayeron a tierra. Luego les preguntó otra vez: ¿A quién buscáis? Contestaron: A Jesús Nazareno. Jesús les dijo: Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad que éstos se marchen. Así se cumplió lo que había dicho:” De los que me confiaste, a ninguno he perdido”. Entonces Simón Pedro, que llevaba un machete, lo sacó, y de un tajo le cortó la oreja derecha al criado del sumo sacerdote. El criado se llamaba Malco. Jesús le dijo a Pedro: Mete el machete en su vaina. El trago que me ofrece el Padre, ¿voy a dejar de beberlo¿ La patrulla, el comandante y los guardias de la autoridad judía prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a casa de Anás, porque era suegro de Caifás, el sumo sacerdote del año aquél.