BELÉN "CIUDAD DE DAVID"

  
El "lugar" y la "casa" de S. Mateo (2, 4 y 9), el diversorium y el pesebre de S. Lucas (2, 7), la inmediata y sucesiva tradición judía y cristiana, nos llaman a las Realidades topográficas-corográficas, arqueológicas-étnicas, históricas-tradicionales de la flor de Éfrata, de la santa ciudad de David. Miqueas (5, l) llamaba a Belén tan pequeña, que en los tiempos de Samuel y David era "una villa pastoril-agrícola" y que solo con Roboán pudo tener una cierta configuración con protección de murallas (2 Cr II, 6); con el Evangelio de S. Lucas, leído por los convertidos fuera de Palestina, llega a ser "Ciudad de David". S. Lucas es gentil y pictórico siempre en todo: Nazaret es "ciudad de la Galilea"(1, 26; 2, 4; 2, 39); la "Montaña" Ain Karem es "ciudad de Judea" (1, 39); Cafarnaún "ciudad de la Galilea"(4, 31); Betsaida, llamada "ciudad" (7,11). Era el respeto y la veneración de la gentilidad hacia los Lugares santificados por la presencia del Señor.

Resumimos aquí los puntos base, que serán luego la clave de la lectura de las palabras del Evangelio. Ante todo "ciudad" colocada sobre dos colinas entre amplios valles trasversales, ha sido siempre como reclamo y centro de todas las pistas del desierto que se extiende a los lejos, en el fondo. De aquí la importancia del lugar, "zona de transición entre la piedra quemada y la fertilidad" (T, Petrozzi). En Josué, texto de los Setenta (XV, 59) Belén encuentra su lugar entre Thecoa (Tequa) y Phagor (Bet-Faghur) en cuanto a las ciudades tocadas en suerte a Judá.


Después, por su historia muy antigua: es recordada también en el Génesis (35, 19) a propósito de la muerte de Raquel. Teniendo en cuenta los sondeos irregulares, las excavaciones parciales y los hallazgos casuales, podemos delinear las principales fases históricas del modo siguiente:

l) Período medio del bronce (después del Paleo-lítico y Neolítico, atestiguados por "restos y objetos hechos a mano" con tumbas del periodo de transición entre el antiguo y medio bronce) alrededor de 1900-1600 a. c.: cuyo período está testimoniado por el poblado al este del Campo de los Pastores. El primitivo aglomerado era, pues, una tranquila aldea pastoril-agrícola en las faldas de la actual colina, dominando la llanura feraz.

2) Con el período del hierro segundo (900-530 a.c.) "aún siguiendo habitados los alrededores de Beit-Sahur, la vida subió hasta la colina (del Nacimiento)", la "vida", dice el P. Testa, por tanto no solo la actividad pastoril-agrícola y los eventuales cambios de caminos, sino también la necesidad de defensa. Por esto, la aldea se formó "en las cercanías de la Gruta de la Leche en las rocas de la colina", la aldea que fue después la patria de David. Aún hoy es evidente el aspecto panorámico de tal zona (vastísimo horizonte por los tres lados, y lo domina como centinela del desierto): allí estaba la verdadera población antigua, con la puerta, las fortificaciones de Roboán y las cisternas aún hoy día preciosas. En esta "pequeña Belén", nada suntuoso y lujo; vida tranquila, prosperidad relativa (no exenta de los "periodos de carestía", que como demuestra el libro de Rut, obligaba a los habitantes a la emigración).

3) En el Período helenístico (586-333 a. C.), la población queda concentrada en esta zona, pero se extiende hacia el oeste y norte.

4) En el Período Romano (63 a. C-330 d. C.) llega a "ocupar toda la colina", que todavía hoy forma el centro de la ciudad (sin llegar hasta el Baten); "sin embargo, los limites de la ciudad, no debían estar muy lejos de esta zona de Baten", (Baten = zona interna, correspondiente al Pensionado interno de las hermanas Josefinas, que realmente, era un internado para niñas).

La aldea, limitada así en sus varias fases debía disfrutar de agua de cisternas para beber (dos cisternas, hechas con cal y ceniza, trabajadas cuidadosamente, han sido halladas cerca de la Gruta de la Leche); debía estar rodeada de muros, que tenían al menos cuatro puertas: una en el camino que conducía a Jerusalén, al nordeste de la colina, otra en el camino de Hebrón, al oeste (cerca de los actuales Luteranos), otra tercera al sureste para Bet--Sahur, y la cuarta en el camino de Tecoa, o Tequa. De las dos torres, una, cerca de la Basílica, miraba al valle, la otra sobre la colina, a la parte opuesta; estas resistieron hasta el s. XV: en 1489 las torres fueron derribadas, los muros demolidos, las acequias rellenas; había llegado la ira del Sultán. Por esto, los peregrinos de la época, presentan una Belén en ruinas, desolada, reducida a una humilde y sucia aldea como ciertamente no había sido nunca desde sus orígenes.

Para acabar, en nuestros tiempos (sólo a titulo de información para una panorámica histórica) diremos que en 1834 los musulmanes del lugar, rebelados contra Ibrahim Bajá, fueron severamente castigados con la devastación de sus barrios; los cristianos los expulsaron expresamente, por el típico bandidaje sarraceno.

A pesar de todo, el Censo de 1922 dio estos resultados: de 9048 habitantes, 8626 eran cristianos (en su mayoría Latinos), después Griegos, Armenios, Sirios y Protes-tantes; 420 musulmanes, solo dos hebreos. Actualmente (1990) el resultado ha cambiado: los musulmanes han aumentado "in crescendo" venidos a la ciudad del desierto vecino, y componen las tres cuartas partes de la población. La pobre aldea antigua ha llagado a ser una graciosa ciudad modernizada en los edificios, levantados por todas partes como hongos y siguiendo la particular configuración orográfica del terreno, sin traicionar, sin embargo, su natural destino de "eterno pesebre del mundo", para que los peregrinos puedan encontrar allí, al menos el presagio sonriente de una Navidad diaria.