CAFARNAÚN, EL POBLADO: DESCRIPCIÓN

Las ruinas de la antigua Cafarnaún cubren aproximadamente una superficie de seis hectáreas (60.000 metros cuadrados). La población abarcaba unos 300 m de este a oeste, a lo largo de la orilla del lago (sus límites orientales se encuentran donde se alza la moderna iglesita greco-ortodoxa, y unos 200 m de sur a norte, es decir del lago hacia las colinas.

En su máxima expansión, durante el período bízantíno, Cafarnaún podía fácilmente contar los 1.500 habitantes. Cualquier cálculo de población para el período evangélico es aún prematuro. Sólo podemos decir que la población de Cafarnaún era muy inferior a la de las grandes ciudades del lago. Por ejemplo, según Flavio Josefo, Magdala contaba con más de 40.000 moradores en tiempos de la primera guerra judía. Así y todo, Cafarnaún gozaba de una situación privilegiada, gracias a sus recursos económicos de pesca, agricultura, industria y comercio.
En tiempos de Jesús, Cafarnaún era una plaza fronteriza dotada de aduana (Me 2,13-15) y cruzada por una gran vía imperial que conducía a Damasco. Era además la única localidad de la orilla noroeste del lago, a 5 km del alto Jordán. Este río marcaba la frontera entre la tetrarquía de Herodes Antipas y el Golán que, al otro lado del cauce fluvial, pertenecía a su hermano Filipo. La vía imperial bordeaba sin duda el flanco norte del poblado; de hecho, a unos 100 m al noreste de la sinagoga y cerca de un monumental mausoleo romano, fue encontrada en 1975 una piedra miliar con la siguiente inscripción en lengua latína:
IMPERATOR CAESAR DIVI TRAIANI PARTHICI FILIUS DIVI NERVAE NEPOS TRAIANUS ADRIANUS AUGUSTUS... ("El Emperador César, del divino Trajano pártico hijo, del divino Nerva sobrino Trajano Adriano Augusto..."



Cafarnaún mantenía relaciones comerciales con la alta Galilea, el Golán, Siria, Fenicia, Asia Menor, Chipre y Africa. Se deduce de las monedas y de la cerámica importada de estas regiones. Por el contrario, sorprende la escasez de contactos con el centro y el sur de Palestina.
La presencia de un destacamento de soldados romanos en Cafarnaún (Le 7,110; Mt 8,5-13) subraya la importancia de] pueblo como punto de tránsito para numerosos viajeros. Además Cafarnaún controlaba al menos 8 km de playa, desde las fuentes actualmente llamadas de el-Tabgha hasta el alto Jordán. Aún hoy este tramo del lago es especialmente rico en pesca. No parece casual que varios discípulos de Jesús fueran pescadores. Es igualmente significativo que Pedro y su hermano Andrés hubieran dejado su ciudad natal de Betsaida, que estaba a la otra parte del lago, y se hubieran establecido en Cafarnaún, como lugar más idóneo para su oficio de pescadores.
La agricultura conocía un gran desarrollo. Las excavaciones han descubierto prensas de aceite, muelas para trigo y cereales, morteros, gruesos platos y cráteras de piedra. Estos objetos, casi siempre de piedra basáltica local, se fabricaban en la misma Cafarnaún, como parecen demostrar algunos fragmentos incompletos. Eran considerados una preciosa herencia familiar. La manufactura de vasijas de vidrio constituía otra profesión industrial de la población.

La excavación sistemática de una porción del antiguo poblado permite reconstruir la fisonomía de los barrios habitados. Las casas particulares hasta hoy excavadas son más bien modestas, pero no pobres. Tampoco parecen reflejar profundas desigualdades económico-sociales, al menos en la parte que hemos excavado. En la construcción de las paredes y pavimentos se utilizaba la piedra volcánica de basalto, no pulimentada por lo común. Las paredes no llevaban propiamente cimientos; y las casas, de una sola planta, apenas podían alcanzar más de 3 m de altura, a juzgar por los peldaños conservados que conducían a la terraza. Los tramos de muro, bastante regulares, eran reforzados por piedrecillas y barro pero sin argamasas consistentes, por lo menos durante el período helenístico y romano. Incluso en el periodo bizantino fue bastante raro el empleo de buenas mezclas. Techumbres ligeras, hechas de trabes de madera y tierra batida mezclada con paja, cubrían las habitaciones bajas de la casa; desde los patios abiertos se podía subir al tejado por unos escalones de piedra.


Las viviendas privadas siguen un modelo bastante uniforme: varios cuartos pequeños con techo, agrupados en torno a un gran patio de cielo abierto. El amplio patio era en realidad el centro de la casa. Sus notables dimensiones, en comparación con las más modestas de los cuartitos cubiertos, estaban quizá aconsejados por las condiciones del clima de Cafarnaún, donde la temperatura estival se sitúa alrededor de los 35 grados. Las estancias bajas de la casa recibían la luz a través de una serie de ventanas que miraban al patio interior; por la noche, especialmente en la estación de las lluvias, servían de refugio y de pequeñas despensas. Buena parte de las actividades de la vida diaria se desarrollaba en el patio. Así las piedras de moler y los hornos se han hallado siempre en el patio. Allí preparaban la comida las mujeres y trabajaban los artesanos, 0 incluso es allí donde solía dormir en verano la gente, acostada sobre esteras, No había servicios higiénicos, ni drenaje de aguas. Tampoco en Cafarnaún hemos encontrado cisternas como en la vecina Corozaín, ni silos subterráneos como en Nazaret. Se explica la carencia de estas cosas por la proximidad del lago y por la naturaleza no rocosa del subsuelo. Se puede pensar que una vivienda de este género, formada por un patio central al que dan varias habitaciones techadas y generalmente con una sola entrada desde la calle, servirla para varias familias que vivían a la usanza patriarcal.

 

No todas las construcciones del poblado se atienen a este modelo. En el lado oriental de la gran calle que bordea la sinagoga hay recintos sin patios, sin escalones, sin ventanas y sin hogares, pero que comunican con la calle principal a través de numerosas puertas. Son probablemente tiendas públicas, como las que se estilan aún hoy en los bazares orientales.
El plano general del poblado no da en modo alguno la impresión de una instalación rural surgida por casualidad. Más bien podemos representarnos un gran pueblo, donde comerciantes, artesanos, agricultores y pescadores construyeron sus viviendas y sus tiendas de acuerdo con una ordenación previa y armónica. Las calles principales siguen un trazado de norte a sur y están cruzadas por callejuelas más modestas, según el modelo helenístico-romano, que consistía en el cardo maximus (calle principal orientada de norte a sur) y los decumanos (calles de dirección este-oeste). La intersección de las vías norte-sur con las callejuelas este-oeste ha contribuido a la formación de varios barrios, que hemos denominado "insulae" (islas).