Hablar del Padre Castillo, Teodorico Castillo, es hablar de una eminencia, hombre docto y caritativo, pero sobre todo  santo y justo. Lleva más de 40 años en la amazonía asháninka, ya no cumplirá los ochenta, así que la mitad de su vida se la ha dedicado, en cuerpo y alma, a estas Comunidades.

Llegó a Puerto Ocopa, mejor dicho a la Misión que había allí, pues casa alguna no había, y se dedicó de lleno a toda persona que donde él fuese, sea por una necesidad material, espiritual, de consejo agrícola, forestal, de sanidad, etc. Él estaba  abierto a todo, a todos servía y de nadie se aprovechó jamás.

   

Bajó ríos, subió montañas, caminó por senderos y trochas, y campo a través, nunca se quejó,  si había alimento comía,  o esperaba si alguien lo necesitaba más.

El  Estado de Perú donó las tierras de la Misión, de Santa Teresita se llamaba, se construyó al principio  lo indispensable para vivir y atender a la gente que venía, pero con el tiempo estas tierras fueron cedidas gratuitamente a los desplazados asháninkas que por el terrorismo de Sendero Luminoso se expatriaron de parte de sus territorios. Hoy día esas tierras de la antigua Misión son ocupadas por Asháninkas, constituyendo lo que es hoy Puerto Ocopa.

La Misión está hoy reducida a la Iglesia, a las dependencias donde habita el Padre Castillo, y a unos restos de edificios donde antes había gallinas, conejos, etc. Se ven restos de elementos agrícolas con los que el Padre Castillo enseñaba a las gentes del lugar  las artes de la supervivencia alimenticia.

Conocimos al Padre Castillo en marzo del año 2006, quedamos sorprendidos de su sabiduría y paz interior, y de como había dedicado toda su vida al servicio de los demás, arequipeño de nacimiento, muy joven  vio su vocación religiosa y entro a formar parte del convento que los franciscanos tienen Concepción, pueblito de Junín cerca de Huancayo, en el valle del Mantaro, el Convento se llama Santa Rosa de Ocopa. Ordenado sacerdote franciscano y después de varios servicios sociales aterrizó en Puerto Ocopa, lugar que salvo por enfermedad no ha abandonado en más de cuarenta años, salvo por enfermedad y eso ha ocurrido raras veces.

Exteriores de la misión e interior de la Iglesia

   

Los integrantes de este encuentro son; Gabriel García Los Santos y  Ernesto García Lechuga  pertenecientes a la Asociación Niños del Tambo, y el Padre Castillo y la Hermana Clara, encargada de la atención a los niño, niñas y jóvenes asháninkas en su mayor parte recogidos.

Comprobamos la amistad cordial con que son tratadas todas las personas que llegan  a la Misión, la conversación y simplicidad del trato con el que son recibidos es  extraordinaria.

¡Cuán impíos son aquellos que hablan mal de los misioneros! ¿Se olvidan de los beneficios que han hecho a la humanidad? La civilización americana, ¿no está llena de recuerdos del celo que desplegaron en la predicación del Evangelio? Su valor, su abnegación, su constancia, dieron a sus trabajos apostólicos un carácter de heroísmo que sólo pueden negarlo aquellos que los juzgan con prejuicio o que los desconocen por ignorancia.

Esta es la imagen de la Virgen, Reina y Madre Asháninka como gustaba decir al Padre Castillo