Llegar a Belén
Querida María:
Estamos en Navidad, que
recuerdos tan entrañables me trae el encuentro con el Papa en Belén, ese mes de
marzo del año 2000. Salí de Jerusalén de madrugada, como pude, todo el camino
estaba tomado, sobre todo la entrada a Belén, y no digamos nada del acceso a la
plaza de la Natividad, donde el Papa iba a
celebrar la Santa Misa en presencia de las autoridades Palestinas y
presididas por el propio Arafat. La verdad es que conseguir estar allí no fue
nada fácil.
Los Magos taimen se
esforzaron, precisaron para llegar a Belén; en primer lugar seguir la estrella
y después ya en Jerusalén preguntar. Nosotros no necesitamos ninguna de las dos
cosas, porque, los cristianos:
·
Para llegara Belén ya no nos hace falta el camino.
Se llega de corazón cuando estamos decididos a pensar en los demás antes que en
nosotros mismos.
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No preguntéis como se va a Belén, en nuestro corazón
está el camino. Si amamos a los demás tengamos por cierto que ya en nuestro interior
Dios ha nacido.
·
No preguntéis como se llega a Dios, pues Dios se
encuentra ya en nosotros mismos si hemos
sabido verle en los hermanos, porque ellos son de Dios el buen camino.
·
No preguntéis como se llega a Dios, pues Dios se
encuentra ya en nosotros mismos.
·
No preguntéis como se va al portal, para ir hasta
Jesús no hay más camino que amar a los demás hasta entregarse haciendo caso
omiso de uno mismo.
·
No preguntéis como se va al portal, para ir hasta
Jesús no hay más camino.
Pero yo conseguí estar
personalmente en Belén, en el Belén
geográfico, en ese día tan entrañable en el que llegó el Papa. Después de
asistir a la Santa Misa, estuve haciendo oración en las puertas de la Basílica
de la Natividad, hasta que el Papa salió del recinto franciscano. Juan pablo II
te quiere todo el mundo, así gritábamos cuatro españoles que nos encontrábamos a su salida.