La hora del abandono de Dios

Cuando alguien se quiere quitar de encima un problema, tiene dos salidas: o planteárselo  o negar que exista. Lo segundo es más cómodo, pero sólo lo primero nos permite seguir adelante.

El dolor de Cristo

La cristología pasa por la cruz, el momento en el que el amor de Dios se hace perceptible, para sumergirse en la muerte, en el silencio  y en el oscurecimiento de Dios. ¿Nos puede extrañar, entonces, que algún día le llegue a la Iglesia y a nosotros la hora del silencio. La tuvo Jesús  sobre la cruz, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mc 15,34) No olvidemos que así empieza una oración judía (Sal 22,2), que expresaba la angustia y la esperanza del pueblo elegido y que ahora aparece completamente abandonado de Dios.

Como en la oración del huerto de los olivos, también en está breve oración la médula de la pasión no es el dolor físico, sino la soledad radical , el abandono absoluto. Ahí se revela, en definitiva, el abismo de la soledad del hombre, que está solo en lo más profundo de su ser.

La hora de la prueba de  Jesús es clara, al hacerse portador de los pecados de la humanidad, se hace pecador, es entonces cuando siente la soledad por el abandono de Dios, más que  abandono de Dios, es la separación de Dios por el pecado, es en esa separación cuando se siente la angustia  de muerte. Y Jesús, que se hizo hombre como nosotros, sintió también esa soledad que el pecado acarrea.

Nuestro dolor

A nosotros nos ocurre lo mismo, cuando el pecado nos aleja de Dios, sentimos una soledad indescriptible, que solo la recuperamos con el arrepentimiento y la confesión de los pecados. Hemos sido hechos para Dios, y si nosotros nos alejamos de Él por el pecado, sentimos su ausencia, como un dolor único, no comparable con cualquier otro dolor.

Pero hay otro tipo de dolor que sentimos, ya no debido al pecado que cometemos sino debido a que  parece que Dios no existe, es la hora del silencio. Parece que Dios está dormido. Se ha extinguido la llama por la que Dios parecía haber hablado. Ha muerto el enviado de Dios, y no hay más que vacío.  Dios no es sólo la palabra comprensible. es también el motivo silencioso, inaccesible, incomprendido e incomprensible que se nos escapa.

Sabemos que en el cristianismo prima la palabra sobre el silencio: Dios ha hablado, Dios es palabra. Pero eso no nos ha de hacer olvidar que el ocultamiento de Dios también es verdad. Sólo si lo experimentamos como silencio podremos tener la esperanza de escuchar un día su palabra, que brota del silencio. 

¿A que se debe esa sensación? ¿Es real o es una fantasía nuestra? Es real, pero totalmente distinta a la sensación del pecado. Algunos  autores místicos llamaron a esa prueba "la noche obscura", y es debido a que en ocasiones , y para nuestro bien, para que no nos creamos autosuficientes, Dios simplemente nos deja un ratito de su mano, es entonces cuando sentimos una soledad, que parece como "la ausencia de Dios".

Hay que saber que esto pasa y no darle ninguna importancia, hay perseverar en la fe y confianza en Dios, ya pasará, cuando Dios quiera, cuando convenga, puede durar poco o mucho tiempo, no importa, lo que Dios quiera es lo que más conviene. Es más, las oración, mortificaciones y actos de desagravio que realicemos en esas situaciones son más valiosas a los ojos de Dios.