La vendedora de flores
Querida
María:
A
tus hermanas les encanta lo que les contaste en la carta fechada en Londres,
día 12 de noviembre del año 1989,ese sobre contenía también la carta de
felicitación a mamá por su cumpleaños. Decías:
La
vendedora de flores sonreía; su arrugado rostro resplandecía de gozo. Por
impulso tomé una de sus flores.
-Se
ve usted muy feliz está mañana- le dije.
-¡Claro!-
exclamó- Sobran los motivos.
Aquella
mujer vestía tan pobremente y se veía tan frágil, que su actitud me intrigó.
-Sobrelleva
sus problemas admirablemente - la elogié.
Ella
me explicó entonces:
-Cuando
crucificaron a Cristo, el Viernes Santo, fue el día más triste de la historia.
Y tres días después, Él resucitó. Por eso, yo he aprendido a esperar tres días
siempre que algo me aflige. Las cosas siempre se arreglan de una u otra manera
en ese tiempo.
Seguía
sonriendo al despedirse de mí. Sus palabras me vienen a la mente cada vez que
estoy en dificultades: “Hay que esperar tres días”.