HOMILÍA DE LA MISA EN EL ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DEL OPUS DEI Y EN EL PRIMER ANIVERSARIO DE MARÍA GARCÍA LOS SANTOS

Un día como hoy, hace 69 años, un sacerdote joven estaba haciendo Ejercicios espirituales en el convento de los Padres Paúles, en Madrid. Era por la mañana, y estaba en su habitación, ordenando unas fichas, que contenían notas para su meditación. En ese momento, recibe una luz especial de Dios, y ve con toda claridad lo que el Señor quería de él: que transmita a toda la Humanidad, que todo cristiano, a través de su vida ordinaria, puede llegar a las metas más altas, a la santidad.

Hacía muchos años que sabía que Dios quería algo de él, pero no sabía de qué se trataba: ahora, lo acaba de ver todo claro. Emocionado, se arrodilla para dar gracias a Dios, y oyó el repicar de campanas de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles: era el día de su fiesta, los Ángeles Custodios.

Ese sacerdote es Josemaría Escrivá, ... con el tiempo, el Beato Josemaría.

El Fundador del Opus Dei tendrá mucha devoción a los Ángeles Custodios; al suyo lo tratará con mucha confianza; se apoyará en ellos para la tarea apostólica que le espera. Empieza a trabajar, a moverse... aunque no era fácil...

Tendrá que ir venciendo dificultades de todo tipo: incomprensiones, reticencias, desconfianzas, recelos...en el ambiente de aquella época, hablar de que todos están llamados a la santidad, era algo singular, difícilmente aceptable por muchos...

Y sin embargo, no espera a una época más favorable para transmitir este mensaje: era un encargo de Dios que no admitía aplazamientos, basados en consideraciones humanas. Y lenta y trabajosamente, nuestro Padre irá superando ese muro de incomprensión, de manera que ese ideal se irá abriendo paso e irá calando en las personas que le escuchan.

Esa predicación incansable del Beato Josemaría, se verá confirmada solemnemente por el Concilio Vaticano II, cuando en su documento más importante, la Constitución Apostólica sobre la Iglesia, dedica todo un capítulo a proclamar la llamada universal a la santidad de todos los cristianos.

Y hoy día es ya un lugar común: todo bautizado está llamado a la plenitud de la vida cristiana.

Quizá es un buen momento, la fecha que hoy conmemoramos, para abordar esta realidad: la vocación cristiana es vocación a la plenitud, no a la mediocridad. El peligro es contentarnos con poco, quedarnos en planteamientos cortos, reductivos, cuando tenemos un potencial inimaginable, potencial que nace del bautismo.

¿Te das cuenta de las metas que Dios te propone, al ser hijo/hija suyo? Si es Dios el que te anima a conquistar esas metas, eso quiere decir que es posible alcanzarlas. "No vueles como un ave de corral -escribía en Camino- cuando puedes subir como las águilas". Las aves de corral, no vuelan, lo más que pueden hacer es dar pequeños saltos. Las águilas, se remontan hasta los picos más altos, y desde allí divisan un panorama inmenso.

Para eso, no hemos de mirarnos a nosotros mismos, que es algo que no tiene ningún sentido, sino que hemos de confiar en Dios, sabiendo que, con su ayuda, iremos conquistando esas metas que -a primera vista- nos parecen inalcanzables.

Bien, pues ese espíritu de santificar las tareas ordinarias, gracias a la predicación incansable de Mons. Escrivá, se va difundiendo por todas partes y hoy es una realidad en los cinco continentes: gentes de todas las mentalidades, culturas y ambientes sociales, participan de esos planteamientos y luchan por conseguir esos objetivos, y se apoyan en los medios de formación que la Obra ofrece, para acercarse a Dios.

Una de esas personas fue María García Los Santos. Hace justo hoy un año, el Señor la vino a buscar y se la llevó con El. Era una chica joven, alegre, serena, de vida limpia, que trataba intensamente al Señor -era amiga de Dios-, y participaba de los medios de formación que el Opus Dei proporciona.

El Señor -que es un Padre queridísimo-, espera siempre el mejor momento, para ese encuentro definitivo con El. María, a pesar de su juventud, estaba muy bien preparada, y el Señor quiso llevársela pronto, en una fecha señalada e importante para ella -un dos de octubre-, para que disfrutara de la plenitud del Amor por toda la eternidad. Hoy, celebramos esta misa por su eterno descanso.

69 años son pocos para la vida de una institución que ha de durar siglos. El Opus Dei es muy joven, estamos empezando, aunque -por la misericordia de Dios- los frutos son abundantes. Es una buena ocasión para dar gracias a Dios, por se espíritu, que el Beato Josemaría nos ha transmitido con toda fidelidad, es una ayuda para que tantos cristianos descubran la hondura de su vocación, vivan un cristianismo coherente y sientan la responsabilidad de su misión: ser sal y luz en todos los ambientes sociales.

El Opus Dei ha nacido y se ha desarrollado bajo el manto de la Virgen, le gustaba decir a nuestro Fundador. A ella acudimos, para que nos ayude a vivir con autenticidad nuestra vida cristiana.

Iglesia del señor San José, 2.X.1997