Acompañémonos en nuestro caminar

Todo ser humana camina por la vida de una manera o de otra, quiero hacer una reflexión sobre ese caminar, pero antes me voy a fijar en;  cual es en término de nuestro caminar y  como caminaban  los primeros cristianos, para después ver la manera de caminar nosotros.

Cristo es nuestra esperanza y nuestro  término.

Confesamos que Él, Nuestro Señor Jesucristo, es el Verbo encarnado, el Hijo de Dios y el Hijo del hombre, el Mesías del mundo, esto es, la esperanza de la humanidad y su único supremo Maestro. Él el pastor, Él el pan de vida, Él nuestro Pontífice y nuestra Víctima, Él el único mediador entre Dios y los hombres, Él el Salvador de la tierra, Él el que ha de venir Rey del siglo eterno. Y Él es por último nuestro término, el fin de nuestras vidas.

Muchas veces y sabiendo que Cristo es nuestra esperanza y nuestro término, hemos emprendido el camino que nos conduce a su encuentro, pero una y muchas veces henos tambaleado en ese caminar, otras veces nos hemos perdido, pero lo importante es volver a emprender el camino. Este sencillo propósito trae  a nuestro ánimo otro pensamiento.

¿De donde arranca nuestro viaje? ¿Que ruta pretendemos recorrer?  ¿Y que meta, deberá fijarse nuestro itinerario, de modo que se asiente, si, sobre el plano de la historia terrena, pero que se oriente también al límite final y supremo que estamos seguros no puede faltar al término de nuestra peregrinación?

Estas tres preguntas sencillas y capitales tiene, como bien sabemos, una sola respuesta, que aquí, en esta hora, debemos darnos a nosotros mismos y anunciarla al mundo que nos rodea: ¡Cristo! Cristo nuestro principio; Cristo, nuestra vida y nuestro guía: Cristo, nuestra esperanza y nuestro término.

Los primeros cristianos perseveraban juntos en la oración

En los Hechos de los Apóstoles (1, 12-14) se describe que una vez que tuvo lugar la Ascensión de Jesús a los cielos vueltos los apóstoles, perseveraban en la oración. "Entonces se tornaron a Jerusalén desde el monte llamado Olivar, que está cerca de Jerusalén, distante el camino de sábado. Y así que entraron, se subieron a la habitación superior, donde tenían su alojamiento, Pedro y Juan y Santiago y Andrés, ... Estos todos, perseveraron unánimemente en la oración juntamente con las mujeres y con María, la Madre de Jesús, ...

También se dice en  los Hechos de los Apóstoles (2, 42), hablando de lo que hacían los primeros fieles cristianos;  Y perseveraban asiduamente en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones.

Jesús oraba en solitario pero también en común

En Mt. (26, 38), dice Jesús en el Huerto de los Olivos, "Mi alma siente tristeza de muerte. Quedaos aquí y velad conmigo" En otras ocasiones se ve que Jesús oraba en común.

Eso no resta valor a la oración solitaria, muy recomendada por Jesús, como cuando dijo (Mt. 6, 6) Más cuando tu ores, entra en tu recámara y, echada la llave de la puerta, haz oración a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que mira a lo secreto, te dará la paga.

Nuestro caminar

De los diversos caminos y de las variadas formas de caminar, nunca deberemos de perder de vista la Iglesia, pues dentro de ella caminamos, Iglesia fundada por Jesucristo, única  verdadera, en ella somos dichosos con Cristo, del cual venimos, por el cual vivimos y al cual vamos. Que no alumbre entre nosotros otra luz que la de Cristo, luz del mundo; que ninguna otra verdad atraiga nuestros ánimos fuera de las palabras del Señor, único Maestro; que ninguna otra aspiración nos anime si no es el deseo de serle absolutamente fieles; que  ninguna otra esperanza nos sostenga sino aquella que conforta, mediante su palabra, nuestra angustiosa debilidad: (Mt 28,20).

Con esto quiero decir que nuestro caminar debe estar dentro de la Iglesia y con esto basta y es suficiente.  Pero también es cierto que la ayuda mutua siempre viene bien, claro que una ayuda mutua dentro de la Iglesia de Jesucristo. Y esta ayuda mutua se puede conseguir a través de muchas maneras; movimientos, grupos, espiritualidades, prelaturas, agrupaciones, comunidades, etc. que facilitan este caminar.

Voy a poner unos ejemplos sin ser exhaustivo, donde uno puede apoyarse, y apoyarse no significa pertenecer, pues en ocasiones para esta pertenencia se necesita una llamada de Dios, vocación; Lumen Dei, Familias por el Reino de Cristo, Opus Dei, Neocatecumenales, Legionarios de Cristo, Focolares, etc. etc.

Los primeros cristianos esta ayuda mutua la tenían en la comunidad primitiva, donde todos se conocían ya que eran pocos, al ir creciendo los cristianos se agrupaban alrededor de la Iglesia Parroquial, esa era su ayuda mutua, y esto sigue siendo posible, lo que ocurre es que debido a las grandes poblaciones esta intimidad parroquial está disminuyendo y la ayuda mutua desapareciendo, por lo que en ocasiones uno se encuentra solo, más que encontrarse solo es que uno se puede sentir solo, es más bien un sentimiento, pues nunca estamos solos, siempre Cristo nos acompaña. "Y he aquí que Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos".

Quiero insistir en que es totalmente suficiente la sola pertenencia a la Iglesia  de Cristo, pero el apoyo de terceros facilita este caminar hacia la meta que es Cristo.